HABEMUS REX

Pasa el país por la derrota futbolística y sigue por la derrota monárquica. Derrota, ésta última, en el sentido náutico de trayecto. De la otra para qué vamos a hablar.
Habemus Rex para una temporada. Eso es así hasta que los partidos que se dicen republicanos alcancen la mayoría suficiente para dar la vuelta a la tortilla.
Lo demás será folclore y pataleta melancólica cuyo derecho a tenerla es innegable.
Puede la llamada "izquierda plural" y sus aliados tricolorizar lo que quiera el parlamento y las plazas que, en tanto no arrasen en las urnas, el "malvado" bipartidismo va a perpetuar la Monarquía Parlamentaria como forma de Estado.
Y uno, que es de izquierdas y republicano, está muy distanciado de la forma de hacer las cosas de esta "izquierda plural" y demás satélites. Así que, dado que parecen monopolizar la reivindicación repúblicana, craso error, pues uno se desmarca, no por el objetivo sino por las formas, formas arcaícas y muy cansadas (con la edad uno se hace más perezoso), que no acaban de calar del todo en la gente que acude a votar.
Porque la sensación que dan, más que de pretender una Tercera República, es la de reeditar la fallida Segunda, y eso no, las nostalgias no son buenas y, si bien no hay institución más arcáica que la Monarquía, junto con la Iglesia, sigo prefiriendo una Monarquía democrática a una República Popular, por los ejemplos que conozco.
Si miraran a Francia, Alemania o, por qué no, a Estados Unidos, en vez de a los años 30 y a las Repúblicas Bolivarianas, pues igual uno dejaba de preferir la monarquía Sueca o la Noruega.
Construyamos desde la izquierda lo que el sistema se ha cargado, demos bienestar, justicia y cultura a los ciudadanos y, a partir de ahí, todo es posible, e incluso recomendable.

PREGUNTEN

Llegados a este punto por qué no preguntar. Tengo mis dudas sobre cuál sería la respuesta mayoritaria pero sería terapéutico hacer ejercicio de democracia.
Independientemente de  mi convencimiento de que una Jefatura del Estado electa tendría más legitimidad, creo que la institución está más que tocada del ala.
Yo votaría República, pero claro, no sean absolutos, República como la francesa, no como la Bolivariana ni la del Congo, ni mucho menos la norcoreana, para eso déjenme emigrar a monarquías como la Sueca o la Noruega.
Tampoco ansío una república en la que los republicanos sean los primeros que boicotean el régimen, como ya ocurrió no hace demasiado tiempo.
Creo que no llegará, de momento. No estamos preparados en el país del HOLA, SÁLVAME DE LUXE, y una posible segunda estrella en la camiseta de La Roja, para prescindir de apuestos monarcas y consortes pizpiretas, hábilmente rodeados de rubios querubines.
Pero por qué no preguntar ahora, en este momento, y dejar zanjado el debate al menos por un tiempo prudencial.
Quizá hay miedo al voto cuando éste comienza a derivar hacia opciones incómodas para la jerarquía del lumpen.
Cerremos la transición y ustedes, que tanto inflan los mofletes al hablar de voluntad popular, pregunten al pueblo, que es lo que procede.