De los nombres de los partidos.

Es curioso lo de los nombres de los partidos, sobre todo los llamados "de nuevo cuño", pero hay otros más viejos que también son dignos de análisis. 
En un principio, de nuestra "joven" democracia, la mayoría de ellos, tenían un nombre que les definía ideológicamente, sobre todo en la izquierda. Partido Comunista, Partido Socialista Obrero Español, Partido Nacionalista Vasco, etc. 
Otros, con afán quizá de no ser tan explícitos, optaron por categorizar como, por ejemplo, "Alianza Popular". Este nombre, que por significado, no contiene nada ideológico, comienza arrogándose la pretensión de ser una alianza del pueblo en general, en vez de una confluencia de partidos de derechas, la mayoría de ellos herederos del franquismo. Luego, refundados en partido, siguieron arrogándose lo popular. 
Convergencia i Unió es algo parecido, categorizan en lugar de definir la confluencia de corrientes liberal-conservadoras y nacionalistas catalanas. 
Pero de un tiempo a esta parte, con la aparición de eso que han dado en llamar "nueva política", que no es ni más ni menos que política de la de toda la vida, el fenómeno de las denominaciones generalistas está llegando a su cúlmen. 
Izquierda Unida, que en un principio no era más que la presunta unión de la izquierda más allá del PSOE, con el PCE como máximo representante, se fue quitando apelativos como "comunista" o "socialista" para categorizarse en Izquierda. 
Ahora, por afán de supervivencia, dados los continuos batacazos electorales, son Unidad Popular, a veces, recordando a aquel Frente Popular de la II República, pero coincidiendo en lo "Popular" con el que debería ser su natural enemigo.  
En esto que apareció la "transversalidad", con Rosa Díez, y ésta se apropió, como nombre de partido, de conceptos tan amplios y deseables como Unión, Progreso y Democracia. 
A ésta le apareció un grano en el culo, proveniente de Cataluña, que, entonces, se llamaba "Ciutadans", es decir "ciudadanos catalanes", como si el resto no lo fuera. Es más, ampliaron el concepto y ahora, los "Ciudadanos" españoles, son ellos. 
"Compromís", los únicos comprometidos del castigado Levante. 
"Ara en comú" y "Ahora en común", etc., etc.. 
Y como no, "PODEMOS", como sinónimo de esperanza para los que nunca han podido, pero, para muchos, el presente de indicativo plural, puede transmutarse en infinitivo como principal objetivo "PODER", toda vez que el logotipo de las primeras papeletas electorales de la marca era la efigie del líder, qué cosas. 
En definitiva, si usted quiere fundar un partido, tiene que ponerse al día y llamarle, por ejemplo, "HUMANIDAD", "PAÍS",  "PAZ, LIBERTAD Y JUSTICIA", "PUEBLO DE DIOS" o, por qué no, "GENTE". 

SPOTLIGHT

Una película, la oscarizada "Spotlight", y muchas verdades.
Una ciudad, Boston, cosmopolita y de fuerte implantación católica. No, no es España, pero gracias a que es Estados Unidos, la mierda acaba aflorando.
Una dramática realidad, el abuso sistemático a menores por parte de sacerdotes. Ovejas negras, dirán algunos, pero cuando se habla de un 6 % de todo el sacerdocio de la ciudad, la cantidad debe ser tenida en cuenta. Un 6 % no son casos aislados.
Mucho peor es el amparo que, por parte de la jerarquía y de gran parte de la élite social, policial, judicial, mediática, etc., se dió a prácticas espeluznantes contra seres indefensos, con consecuencias trágicas para los mismos.
La película plantea distintas implicaciones en el fenómeno y el resultado es desolador.
Por qué tal cantidad de casos en un colectivo religioso concreto, sin parangón en otros, y por qué el sistémico encubrimiento de la atrocidad.
El irracional celibato parece estar detrás de la inmundicia. El celibato y la autoridad y confianza que los feligreses depositan en alguien investido de una supuesta dignidad divina. El prevalimiento sobre los niños y la indefensión de los padres.
Los conceptos torticeros de pecado y perdón también tienen muchísimo que ver en el drama.
El mirar hacia otro lado de la sociedad, en una democracia más antigua que la nuestra, me hace reflexionar en que, aquí, durante una dictadura militar y clerical, en que la Iglesia tenía prácticamente el monopolio educativo, con muchos menos recursos de defensa por parte de las víctimas en la época de la impunidad, así como la enorme carga de culpa con que se castiga doblemente al menor vejado, pudo haber sido, qué digo, debió de ser, muchísimo peor.
España no es Boston, qué pena que no lo hubiera sido. Para cuándo un verdadero "Spotlight" hispano.