MIERES NECESITA A PARPAYUELA.


Un año más, ahí estábamos, lo mejor de cada casa, la "crème de la crème", lo más granado, prevalencia de las canas y los áridos cueros cabelludos, aunque también se podía ver lozanía y juventud. 
Las viejas glorias de Parpayuela, aquella radio que hubo por Mieres un tiempo, ¿recuerdan?,  y que entre todos la mataron y ella sola se murió. 
La izquierda, la derecha, los centros y los mediopensionistas, reunidos de nuevo pero, a falta de los micros radiofónicos, en torno a una mesa para degustar viandas, libar espirituosos y departir afablemente, como siempre, sin acritud. 
Ilustraban la jornada dos ilustres mierenses, periodistas y maestros de la comunicación. Don Justo Braga, ese señor que se atrevió a entrevistarme a mí, que no soy más que lo que hay, un mierense con acento del Suroeste, en su gran programa "Vidas Públicas, Vidas Privadas", de la Televisión del Principado, por donde ha pasado lo más relevante de la política, la cultura y la sociedad asturiana.
Además estaba Don Julio César Herrero, periodista, profesor, comunicador, experto y muchísimas cosas más, que, entre otros sitios, aporta lucidez y sentido común al análisis político en la tertulia de 24horas. 
Tras la comida, el debate, sobre los medios de comunicación y la política, ahí queda eso, como si no tuviera miga la cosa. 
Como siempre, tanto oficiantes como feligreses dieron la talla; unos ilustrando al respetable con su memoria, sabiduría, tablas y "savoir faire"; y otros con certeras preguntas, a veces acompañadas de unas introducciones con cierto olor a manifiesto, pero, como es normal, todo el mundo quiere hablar de su libro. 
Ahí estuve y lo disfruté, salvo por el entrecot, que se mostró algo beligerante resistiéndose a la ingesta. 
Faltaron algunos, pero hubo representación del abanico parpayuelano. Mineros, sindicalistas, políticos de todo color, personalidades del asociacionismo, de la solidaridad, abogados, ex alcaldes, etc., etc... Ah, sí, y un madero cargado con una cámara para documentar el evento. 
Mieres necesita a Parpayuela. Con sus fallos, sus errores, pero con su pluralidad y las ganas de informar y debatir sin aspavientos, como estímulo cultural, como foro ciudadano.