Un poco harto.

Yo debo ser muy tonto, a estas alturas de la película, o no me entero. Si una empresa no trata bien a sus trabajadores, por supuesto que hay que movilizarse para defender los derechos de los mismos. A mí, particularmente, Coca Cola me parece una empresa envenenadora de la salud de adultos y menores, y estoy convencido de que lo ideal sería promover el no consumo de ese tipo de bebidas. Bien, todo queda muy progresista hasta que un grupo de trabajadores, por la falta de demanda, están abocados a perder el empleo. Entónces, los mismos que se soliviantan por las maldades de la empresa, defienden la viabilidad de la misma para salvar los puestos de trabajo.
Ocurre igual con muchos líderes izquuierdistas y, por supuesto, pacifistas, que, a la vez que gritaban "No a la guerra", luego, sin despeinarse, se manifiestan por que se mantenga la actividad de una fábrica de armas por mor del mantenimiento de los puestos de trabajo.
Y qué decir de esta Asturias nuestra y su carbón.
No es la energía más recomendable, ni por asomo, para cualquier ecologista que se precie, pero cuando se han dilapidado los fondos para sustituirla, tanto a la energía como a las salidas laborales, tenemos, que defender la mina como algo imprescindible. Eso sí, que no ponga nadie una subestación eléctrica o una antena de telefonía móvil en nuestras cercanías que, según algunos dicen, moriremos todos de cáncer. Ahí estará un líder de la izquierda para defender a los vecinos que, luego, se lamentan de no tener cobertura.

Esta izquierda nuestra.

Si los informes de una organización como Amnistía Internacional valen para ciertos sectores de la izquierda cuando se habla de España, recomiendo que lean éste sobre el paraíso de referencia. Soy de izquierdas, pero lo que no me vale aquí no me vale en ningún sitio cuando se habla de Derechos Humanos. Yá está bien de idolatrías, dogmas y santorales, camisetas y otras poses si queremos una izquierda transformadora. Desde aquí es muy cómodo dar lecciones, tanto en un sentido como en otro, pero si criticamos la Monarquía, aunque sea parlamentaria y sin poder, aquí, no podemos dar el beneplácito al partido único y al liderazgo hereditario, así como la represión necesaria para mantener cincuenta años de poder. La revolución fue un hito histórico hasta que algunos de sus protagonistas la traicionaron por mor del poder absoluto y vitalicio, amparándose en la defensa contra el imperialismo. Aquí hubo quien se amparó en la defensa de la patria contra el comunismo internacional y el contubernio judeo masónico para morirse en la cama como jefe de estado.

El informe aquí Cuña 2015/2016