Hubo un tiempo, no muy lejano, en que clásico era Homero, o Shakespeare, o Cervantes, o Calderón o Lope de Vega.
Clásico era Rossini, Puccini, Beethoven, Wagner, Chopin, Falla.
El tiempo pasa y el cine, con Casablanca, Lawrence de Arabia, La Diligencia, etc., tuvo sus clásicos también.
Ahora, que todo va tan deprisa, si se habla de clásicos se habla del Madrid-Barça.
Así, ventajas de la modernidad, este año tendremos como cuatro clásicos o algo así, según dicen.
Y llegará el día en que clásico se considerará al Tómbola, al Sálvame y a otras joyas de la cultura popular del momento, Belén Esteban incluída, clásico de la cirujía cubista, My Fair Lady sin solución ni absolución posible.
Clásico se considerará la retransmisión de un juicio a un juez, una negociación con una banda terrorista, una recalificación provechosa o un debate parlamentario de literatura pobre e inquina soez.
Ya es un clásico la transición en este país de imposible mutación a la ética y el desarrollo.
Sólo mantenemos como vigente un mito clásico, Caín el asesino corroído por la envidia y Abel, el mezquino heredero adulador y oportunista.
Clásico era Rossini, Puccini, Beethoven, Wagner, Chopin, Falla.
El tiempo pasa y el cine, con Casablanca, Lawrence de Arabia, La Diligencia, etc., tuvo sus clásicos también.
Ahora, que todo va tan deprisa, si se habla de clásicos se habla del Madrid-Barça.
Así, ventajas de la modernidad, este año tendremos como cuatro clásicos o algo así, según dicen.
Y llegará el día en que clásico se considerará al Tómbola, al Sálvame y a otras joyas de la cultura popular del momento, Belén Esteban incluída, clásico de la cirujía cubista, My Fair Lady sin solución ni absolución posible.
Clásico se considerará la retransmisión de un juicio a un juez, una negociación con una banda terrorista, una recalificación provechosa o un debate parlamentario de literatura pobre e inquina soez.
Ya es un clásico la transición en este país de imposible mutación a la ética y el desarrollo.
Sólo mantenemos como vigente un mito clásico, Caín el asesino corroído por la envidia y Abel, el mezquino heredero adulador y oportunista.