LA MASCARILLA COMO BALCÓN



Estamos en España, tú eres español y yo también, eso lo sabemos sin necesidad de reafirmarlo a la que nos den oportunidad. 

Cuando se gana un Mundial o se obtiene un gran triunfo común puedo entender esa forma de identificación colectiva y que las banderas engalanen los balcones y los lugares públicos como refuerzo ante un supuesto bien común. 

Cuando hay una desgracia común también, como ha sido el caso, pero es una opción libre el usar cada uno los símbolos que quiera y hacer sus celebraciones y lutos a su manera. 

Llevar la bandera como capa o a modo de pareo me parece una falta de respeto terrible, por mucho que los muy y mucho españoles se empeñen. Para mí es una puta parodia, pero yo soy así de raro. 

Yo no soy menos español que nadie, no lo elegí pero es mi cultura y me siento más identificado con  lo español que con lo francés aunque hay españoles de los que huiría en beneficio del francés con el que pueda tener más cosas en común en más de un caso. 

Santiago Abascal o Cayetano Rivera o algún gañán matagatos y yo tenemos menos en común que un servidor con un pastor de la Bretaña. 

Ser español no es garantía de homogeneidad entre sus ciudadanos ni de superioridad de nada sobre otras identidades.

En esto que llega la pandemia y, la conveniencia primero, y la obligatoriedad después, del puto complemento y ha hecho que de requisito sanitario haya pasado a expresión de glamour, reafirmación futbolística, pancarta reivindicativa, etc., etc. 

Cosas del capitalismo. 
Todo eso está muy bien. 

Yo podría llevar una mascarilla que pusiera “Nepo” por si alguien lo dudara. Pero no creo que me dé por ahí. 

Partiendo de la base de mi absoluto respeto a la libertad de cada cuál yo me pregunto qué aporta llevar la bandera en la mascarilla frente al que no la lleva. 

Eres español. Yo también. 

A no ser que se pretenda decir que uno sí es español y el que no la lleva no, que es en lo que suele derivar el abuso simbológico. 

Las esteladas son tan excluyentes como los balcones repletos de españolas en respuesta. Del “a por ellos” mejor ni hablar. 

A mí nunca me molestará alguien que lleve la bandera pero puedo reflexionar al respecto y eso no me convierte en menos español. 

Y todo viene a colación de que parece que llevar banderas se está convirtiendo o en un arma arrojadiza en uno u otro sentido. “Soy español, qué pasa”.

Nada, alma de cántaro, pero yo también y como tal soy libre de opinar del uso o el abuso.

Yo tengo chorra, tú también, pero yo no tengo por qué llevarla fuera continuamente como si hubiera que demostrar algo más que presumible. 

Y como no, ya hay mascarillas republicanas, antifascistas, autonómicas, independentistas, feministas, ultracatólicas, etc. 

Todo lo cuál nos va a hacer pasar la distopía de una manera mucho más amena. 

Dicho esto pueden empezar a despotricar pero desde un mínimo de respeto. Muy mínimo que no tengo el chichi para farolillos.