Hoy fui al alergólogo. No, no se trata de alergias juveniles a los polvos, pólenes, gramíneas, ni nada que se le parezca.
El caso es que el pasado mes de Julio, en el primer día de las vacaciones, uno se dispuso a tomar la medicación prescrita por el estomatólogo, ese médico que, por desgracia para mí, se ha convertido en uno más de la familia.
Y es que uno, por el abuso compulsivo del Ducados, sumado a cierta dejadez a la hora de hacer revisiones periódicas de la piñata, tiene la misma en proceso de restauración y el citado médico se está ensañando conmigo al estilo de ese chico vasco del norte de Europa que nos monta estanterías por televisión. Y es que tira de taladro y llave de carraca y ya tengo más titanio en las quijadas que el mismísimo Gugenheim.
Y entre ferralla y ferralla, la materia prima original va rindiéndose ante la evidencia y, de vez en cuando, me regala una de esas molestias tan simpáticas que sólo se arreglan a base de tenaza, para luego reponer el desaguisado con bricolaje.
Y es que mi dentista es de Bilbao, sí, del mismo Bilbao, y del Atlhetic, aunque tiene un apellido gallego "Pazos", como el de Meirás, y otro italiano "Copolla", sí, como Francis Ford y, será por eso que cuando entro en su consulta me llevo las manos a la cabeza y susurro: "El Horror" y, cuando gentilmente empieza a insertarme sus jeringas anestesiantes por el paladar suele decirme, o a mí me parece oirle, "No es nada personal, son negocios". Y tanto que son negocios que, calvarios aparte, me está saliendo que ni el sobrecoste del Puerto de Gijón.
Bueno, pues toda esta masacre precisa medicación y entre ellas se encuentra el Ibuprofeno, que rima con Nepomuceno, mire usted por donde, y los antibióticos.
Y en esas estábamos, retomando lo del inicio de mis vacaciones, que, tras tomar sendas dosis de antiinflamatorio y amoxiciclina, pasé una noche de perros y amanecí con la cara como un pan y los brazos llenos de ronchas e inflamados.
Como estaba claro que iban a ir por ahí los tiros pues no volví a tomarlos a la espera de la analítica, y a ahí andamos.
Toda la vida tomando esas porquerías y ahora el cuerpo, que es sabio aunque imperfecto, ha dicho basta.
Y es que los organismos, cuando, por su propio bien, o eso dicen, son machacados con los mismos remedios chapuceros pues al final reaccionan y se rebelan.
Y apliquen esto a todos los remedios chapuceros a los males que quieran y a los organismos que les plazca.
La reacción alérgica puede surgir de la noche a la mañana.
1 comentario :
como dices al principio del articulo: "no se trata de alergias juveniles..." las alergias cada vez son peores, a mi en lo personal siempre he tenido una duda, como hago para saber si soy alergico a algo?
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