Al poner título a esta entrada he recordado la anécdota del zapato volador de Sevilla, zapato que, indudablemente, tenía como destino previsto de aterrizaje una verdadera "cabeza de turco". Pero es un chiste muy malo y voy a escribir algo sobre lo oigo, veo y leo sobre la crisis.
Si es que, por si no se han enterado, hay crisis financiera, sí financiera, o sea, que lo que han fallado han sido las finanzas, la usura, vamos, la usura que, voraz, nos ha llevado a la puñetera ruina a todos menos a los que la manejan.
Si es que, por si no se han enterado, hay crisis financiera, sí financiera, o sea, que lo que han fallado han sido las finanzas, la usura, vamos, la usura que, voraz, nos ha llevado a la puñetera ruina a todos menos a los que la manejan.
Después de inyecciones de liquidez parece que la supuesta enfermedad de los bancos aún no se ha curado y tienen el dinero enquistado en sus arcas y no prestan ni la hora.
Bien, ¿dónde habría que actuar?. A mi corto entender, que soy poco erudito en nada, creo que es en una reforma radical del sistema financiero a fin de que funcione como debiera. Pero no, ni los líderes de la cosa mundial, ni nuestro doméstico gobierno han podido ponerse de acuerdo en, ni siquiera, una tasa a los movimientos especulativos del capital.
Aquí, en esta santa casa que alguien llamó en su día España, resulta que lo que urge ahora es que trabajemos hasta la vejez y que coticemos desde la más tierna juventud para poder cobrar una miseria que no nos llegará para abonar las mensualidades del geriátrico.
Por la parte neoliberal, o centrista, o la derecha, o lo que sean si es que se ponen de acuerdo entre ellos, que no se diferencian mucho en las recetas, pues ofrecen bajar impuestos y recortar los gastos. ¿Qué impuestos? pues los de los de siempre que al asalariado le seguirán apretando. ¿Qué gastos? pues los gastos sociales y los salarios de los funcionarios, esos que siempre están en la cadena de frío y pasan de la congelación al refrigerio.
Hay quién se plantea, con un ápice de razón, que tantas administraciones, con competencias duplicadas, no sirven más que para el derroche. Y la verdad es que hay mucho ministerio, consejería, secretaría de estado, dirección y subdirección general, gabinetes, asesores, etc., y tanta cosa con su respectivo despacho no da la sensación de repercutir en el bienestar de los ciudadanos. Pero líbreme la providencia de defender el centralismo, pero una racionalización de la cosa pública no vendría nada mal a nadie, digo yo.
Porque es muy fácil, en esta cadena de desaguisados que es la política patria, cargar las tintas y buscar culpables asequibles a los que achacar la solución a las crisis, los pensionistas, los funcionarios, los parados, los sueldos de los asalariados, etc.
Y son todos éstos los que financian, con sus nóminas bien cuadradas y las tablas de retenciones bien apuntilladas, el Estado. Porque los grandes capitales son eso, capitales, y no tienen estado y circulan alegremente por esos mundos globalizados sembrando entuertos y todo tipo de tropelías que son las que nos han llevado a estar como estamos, en recesión, crisis, supercrisis o, según algunos, en moderada recuperación.
La banca... para qué hablar de la banca si financia los partidos, y no sólo los de la Liga de Fútbol Profesional.
1 comentario :
Resumiendo: estamos en un callejón sin salida.
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