Cuando usted pasee, vaya al trabajo, esté en la oficina o esté tomando una caña, es conveniente que se fije en la gente que tiene alrededor.
¿Por qué?. Porque, aunque usted no lo crea, entre esos anónimos ciudadanos que se encuentra a su paso o que le rodean mientras pide una consumición, seguro que hay un hijo de puta o una hija de puta, en el sentido metafórico de la palabra que no tiene uno nada contra las profesionales de las debilidades masculinas.
Y seguro que hay más de uno o de una, pero en distintos grados, se lo digo yo que de esto algo se, por experiencia y vivencias no muy lejanas, y, dentro de esa gradación que tiene la cualidad de hijoputez, los chicos y chicas de la foto de este post tienen grandes posibilidades de estar en lo más alto del ranking.
Porque hay hijos de puta tolerables, de los que puede uno pasar, pero de estos no se puede y hay que hacer limpieza.
Si los ve yá sabe usted a quién llamar.
De los hijos de puta de segunda y tercera categoría pase, ignórelos.
Le vale más.
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