ESTADIO DE LA NACIÓN

Del Estado de la Nación me queda un sinsabor, una insipidez, una crisis que no será o que será más. Una diputada, única de su grupo, divorciada del partido gubernamental, pidiendo elecciones como si fuera el líder de la oposición. Un líder de la oposición que dice que no, que los demás no saben leer, que él es registrador y para eso hay que ir a la escuela. Una desgravación que dejará de serlo y un coche más asequible para poder vivir en él si no puedes pagar la hipoteca. Mi hija yendo al colegio con un portátil y conexión móvil, aparte de una mochila cargada de libros carísimos. Un Presidente pletórico, crecido, aclamado por sus filas, y no entiendo el motivo de tanta euforia. Euforia que lleva a la Ministra de Cultura a aplaudir, deportivamente, al del equipo contrario. Inercias del mundo del espectáculo. Un león parlamentario abochornado con una bufanda del Athletic. Venganza de Erkoreka por haber tenido que ver a un maketo en Ajuria Enea. Un estadio de la nación o de las naciones, según se mire, que despierta más interés que lo discutido en el parlamento. El Barça saliéndose, como casi siempre, dando el primer disgusto a Patxi López. El equipo centralista por antonomasia no existe, al menos de momento y si Florentino no lo remedia, por si no lo sabían.