VAMOS SUBIENDO LA CUESTA

Por estas verdes tierras, entre orbayu y claro, transitamos por las fiestas de San Juan.

Todo comenzó el viernes, con el "barrenazo", que aquí no nos andamos con chupinazos, que aquí es todo a barreno. Para los vecinos de la Plaza de la Libertad y aledaños todo comenzó antes, bastante antes, con la "plantá" de los chiringuitos. Esas lúdicas carpas donde se despacha sidra y licor y que, para su implantación, se desarma el flamante parque infantil y queda aquello hecho un solar, para cabreo vecinal.

Toda la zona se torna en jolgorio, vocerío juvenil, lujuria desenfrenada, traspiés etílicos y orín, mucho orín.

Orín en los portales, en los garajes, en los muros conventuales de los Padres Pasionistas, y, a veces, las menos, en los urinarios químicos allí instalados.

Por el lado positivo el concierto masivo inaugural en el Parque Jovellanos.

Este año tocó "Arrebato". Música de calidad, letras andaluzas, muy andaluzas, gracejo andaluz, salero, simpatía sureña a espuertas para la cuenca minera.

Y a pesar de que se oía algún comentario despectivo sobre el orígen del artista y el tópico del andalucismo como bandera del "cashondeo", hasta el más astur de los astures movió el esqueleto. Que el cachondeo es universal y hasta al más adusto minero le va más una juerga que a Chiquito una camisa de fantasía.

Buena elección para inaugurar la fiesta, que de eso se trata, de fiesta.

Entre tanto la crisis sigue, se abarrotan las terrazas en crisis, los chiringuitos en crisis y Amaral vende entradas a granel.

Tras el primer fin de semana, sin incidentes reseñables salvo alguna puñalada por deuda antigua y no caducada, aderezada de "cacharros" mal tomados, podemos decir que se respira fiesta. Ganó España, esa que existe deportívamente hablando, su primer partido y Lorenzo, el soberbio motociclista, tuvo una terapéutica cura de humildad, suministrada por su genial compañero de equipo, que puso las cosas en su sitio.

Otro motivo de festejo es que los que pensaban salir de vacaciones del talego en helicóptero de alquiler, para dedicarse a jodernos cualquier motivo de alegría, seguirán a la sombra acompañados de los que organizaron la agencia de viajes.

Sigue San Juan paseando por Mieres mientras su noche, esa en la que "como comparten su pan, su hembra y su galán, gentes de cien mil raleas", se acerca para que quememos miserias en las llamas de la hoguera consistorial.

 

 

 

 

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