Nos recreamos en la tragedia, es nuestro sino, y así andamos perdiendo trozos de arterias a golpe de asta, allá por Méjico, o recreando inciviles guerras en tribunales y por las calles hastiadas de tanta españolidad cainita, muy al pesar de algunos, lo de españolidad, digo, y muy al abuso de otros.
Y retornan las efigies caudillistas y los yugos y las flechas y el "no pasarán" y me aburro, de verdad que me aburro.
Que estamos parados, más que parados, y sólo nos queda la liga, Garzón, Varela, y algún crimen sangriento con qué distraer las ansias mientras nos gestionan de pena y los que aspiran a gestionar dan pena, patética imagen de choriceo cañí y ramalazos del Movimiento.
Un juez chapucero subido a los altares por quienes fueron objeto de sus sañas, una vez despechado de los cargos a dedo. Jueces franquistas y envidiosos a la siega de la estrella mediático-política.
Artistas canonizando y tradicionalistas demonizando.
Consultas soberanistas en parte del Reino de Aragón, con acento catalán, nigeriano, peruano, etc., pues todos los acentos valen si se suman a la causa del estómago agradecido.
Mientras, en Ultramar, José Tomás, el referente de la sangre y la tauromaquia acorralada, casi cumple su objetivo y deja sangre y vida sobre la arena, nuestra última vocación como identidad, sangrar y hacer sangrar, o al menos recrearnos en la suerte.
No hay comentarios :
Publicar un comentario