No voy a escribir nada nuevo que pudiera sorprenderles. El panorama está cómo está y se presenta como se presenta.
Mariano el sobrio sacará mayoría absoluta. Gobernará con comodidad en una situación incómoda pero lo hará sin complejos y sin necesidad de maquillar sus duras decisiones con el buenismo de la última época.
Rubalcaba hará oposición con un grupo desvencijado, el grupo de los castigados, y tendrá dos opciones: Alcanzar acuerdos o escenificar hostilidades revestido de izquierda.
Me da a mí que pocos apoyos encontrará, salvo los coyunturales, en el lado opositor. Los nacionalistas no le quieren y mucho menos Izquierda Unida que claramente apunta a su electorado para resucitar el cadáver de grupo parlamentario que dejó Llamazares el incombustible.
Los nacionalistas vascos, con izquierda abertzale incluída, se dedicarán a la reedición de la lacrimógena etapa Ibarretxe, ahora liberados del escollo de la violencia, lo cual les aporta mayor libertad para expresar sus eternas filias y fobias. El modelo de estado estará en el hemiciclo un día sí y otro también si la prima de riesgo no lo remedia.
Los catalanes a lo suyo, a ofender a extremeños y andaluces y a confundir fiscalidad con territorios. Los vecinos de La Moraleja podrían usar el mismo argumento y reclamar un acuerdo fiscal.
Izquierda Unida será el grupo indignado, se investirá como pretende de 15M y los del 15M seguirán a lo suyo, mucho ruído y pocas nueces, pues gobernará la derecha que no les representa y hará oposición la izquierda que tampoco, poco más en el horizonte.
Mariano sólo tiene que esperar a que Merkel le dicte los decretos, con lo que puede seguir tumbado.
Europa seguirá sin ser más que una tertulia de pareja francoalemana regañando y castigando a los niños díscolos, los exóticos adoptados, que llenan las alfombras de moco empobrecido.
Mariano el sobrio sacará mayoría absoluta. Gobernará con comodidad en una situación incómoda pero lo hará sin complejos y sin necesidad de maquillar sus duras decisiones con el buenismo de la última época.
Rubalcaba hará oposición con un grupo desvencijado, el grupo de los castigados, y tendrá dos opciones: Alcanzar acuerdos o escenificar hostilidades revestido de izquierda.
Me da a mí que pocos apoyos encontrará, salvo los coyunturales, en el lado opositor. Los nacionalistas no le quieren y mucho menos Izquierda Unida que claramente apunta a su electorado para resucitar el cadáver de grupo parlamentario que dejó Llamazares el incombustible.
Los nacionalistas vascos, con izquierda abertzale incluída, se dedicarán a la reedición de la lacrimógena etapa Ibarretxe, ahora liberados del escollo de la violencia, lo cual les aporta mayor libertad para expresar sus eternas filias y fobias. El modelo de estado estará en el hemiciclo un día sí y otro también si la prima de riesgo no lo remedia.
Los catalanes a lo suyo, a ofender a extremeños y andaluces y a confundir fiscalidad con territorios. Los vecinos de La Moraleja podrían usar el mismo argumento y reclamar un acuerdo fiscal.
Izquierda Unida será el grupo indignado, se investirá como pretende de 15M y los del 15M seguirán a lo suyo, mucho ruído y pocas nueces, pues gobernará la derecha que no les representa y hará oposición la izquierda que tampoco, poco más en el horizonte.
Mariano sólo tiene que esperar a que Merkel le dicte los decretos, con lo que puede seguir tumbado.
Europa seguirá sin ser más que una tertulia de pareja francoalemana regañando y castigando a los niños díscolos, los exóticos adoptados, que llenan las alfombras de moco empobrecido.
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