La verdad es que nunca tuve graves problemas de salud salvo una varicela a los treinta que casi acaba conmigo.
La verdad es que nunca me cuidé en demasía.
Tuve los excesos propios de la juventud y cuando el Rock’n Ríos fumé media Ketama.
No probé ninguna otra droga en la vida por cobarde y los cigarritos de la risa los dejé a los dieciocho pues me daban paranoias poco recomendables.
Me jugué la vida en lo profesional porque quise pero salí relativamente airoso. Nadie me obligó a ser lo que fui.
El tabaco desde los trece fue lo que acabó pasándome una importante factura hace dos años.
Que te abran el pescuezo de oreja a oreja y te arranquen la garganta, con todas las secuelas que eso deja y ninguna agradable, debiera haber valido para purgar la “mala vida”.
Pero como esto no va de “ya valió” ni de justicias cósmicas, la física y la química quiso que un nuevo cúmulo de células criminales se constelara en mi pecho con muy malas intenciones.
Mañana ingreso cinco días para que me chuten mandanga de la buena a cascoporro, a fin de reducir el bicho mediante tres ciclos de la misma duración y con el descanso de diez días entre ellos.
Hecho todo el RELATO (palabra tan de moda), les diré que les agradezco todo el apoyo que han mostrado, muestran y mostrarán.
No tengo miedo, eso no quita que no sienta cierta rabia.
Estaba en una etapa relativamente feliz de mi vida; a pesar de la mutilación y las taras; en el terreno personal, familiar, creativo, social, etc. me encontraba algo pletórico.
Sintiendo el apoyo y reconocimiento de mi pueblo y de mi gente.
Con una hija que va construyéndose; con una hija por afinidad que también apunta en el buen camino; con una pareja que siempre estuvo aportándome el equilibrio del que carezco; con unos amigos, pocos pero selectos, que me dan todo; aprendiendo cosas nuevas todos los días y con una estabilidad de agradecer, me vino muy mal la última mala noticia.
Lo que tenga que venir vendrá, los médicos intentarán que todo vaya bien y tendrán mi voluntad y confianza.
Si no se tercia, que sepan que he vivido y, si se tercia, nos vemos en las calles, en las plazas y en los bares.
Sé que hay gente entre ustedes que pasó, pasa y pasará por lo mismo y situaciones similares o peores y no dicen nada. Yo, como ya expliqué, no pretendo competir en desgracias ni dar pena a nadie. Pienso que es mejor que lo cuente yo a qué me vayan matando cada quince minutos como ocurrió la vez anterior. El que lo desee que tenga un poco de paciencia que todo se andará.
A toda la buena gente, gracias.
Seguiremos informando.
La verdad es que nunca me cuidé en demasía.
Tuve los excesos propios de la juventud y cuando el Rock’n Ríos fumé media Ketama.
No probé ninguna otra droga en la vida por cobarde y los cigarritos de la risa los dejé a los dieciocho pues me daban paranoias poco recomendables.
Me jugué la vida en lo profesional porque quise pero salí relativamente airoso. Nadie me obligó a ser lo que fui.
El tabaco desde los trece fue lo que acabó pasándome una importante factura hace dos años.
Que te abran el pescuezo de oreja a oreja y te arranquen la garganta, con todas las secuelas que eso deja y ninguna agradable, debiera haber valido para purgar la “mala vida”.
Pero como esto no va de “ya valió” ni de justicias cósmicas, la física y la química quiso que un nuevo cúmulo de células criminales se constelara en mi pecho con muy malas intenciones.
Mañana ingreso cinco días para que me chuten mandanga de la buena a cascoporro, a fin de reducir el bicho mediante tres ciclos de la misma duración y con el descanso de diez días entre ellos.
Hecho todo el RELATO (palabra tan de moda), les diré que les agradezco todo el apoyo que han mostrado, muestran y mostrarán.
No tengo miedo, eso no quita que no sienta cierta rabia.
Estaba en una etapa relativamente feliz de mi vida; a pesar de la mutilación y las taras; en el terreno personal, familiar, creativo, social, etc. me encontraba algo pletórico.
Sintiendo el apoyo y reconocimiento de mi pueblo y de mi gente.
Con una hija que va construyéndose; con una hija por afinidad que también apunta en el buen camino; con una pareja que siempre estuvo aportándome el equilibrio del que carezco; con unos amigos, pocos pero selectos, que me dan todo; aprendiendo cosas nuevas todos los días y con una estabilidad de agradecer, me vino muy mal la última mala noticia.
Lo que tenga que venir vendrá, los médicos intentarán que todo vaya bien y tendrán mi voluntad y confianza.
Si no se tercia, que sepan que he vivido y, si se tercia, nos vemos en las calles, en las plazas y en los bares.
Sé que hay gente entre ustedes que pasó, pasa y pasará por lo mismo y situaciones similares o peores y no dicen nada. Yo, como ya expliqué, no pretendo competir en desgracias ni dar pena a nadie. Pienso que es mejor que lo cuente yo a qué me vayan matando cada quince minutos como ocurrió la vez anterior. El que lo desee que tenga un poco de paciencia que todo se andará.
A toda la buena gente, gracias.
Seguiremos informando.
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