El agua no pide paso, el agua pasa. El agua no entiende de grandes obras de faraónicos munícipes. El agua no entiende de campaña, se anuncia con el trueno. El agua no entiende de recalificaciones, recalifica el adosado en río. El agua no entiende de cambios, cae cuando se tercia y sorprende siempre, per saecula saeculorum.
Por cierto, ayer, día que amaneció increíblemente soleado en esta zona, no pude reprimirme y decidí sacar de los establos mi caballo de acero.
Subimos con alegría un precioso puerto de montaña. Al bajarlo apareció "el agua" con toda la ira celestial y, al llegar a casa, nuestras ropas habían aumentado de peso notablemente con vergonzante empape de hasta las partes pudendas. Consejo: Si no hay anticiclón garantizado, no salgan en moto en vaqueros. Queda muy rebelde pero es de un incómodo...
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