ANIVERSARIO



Llevas ya un año, Mariano, un año mariano, penitencial para los españoles y para los extranjeros que aquí residen y que no tienen nada que blanquear.
Tu antecesor se quedó en los gestos, en avances sociológicos más que sociales, pero tuvo que rendirse ante quién manda y bajo cuyo mandato tú, por ideología, te debes encontrar más cómodo. 
No voy a discutirte que medidas había que tomar, y no mirar para otro lado, pero te estás luciendo, macho, te lo juro por Snoopy y por el cocodrilo de Lacoste.
Lo de vender los pisos a los blanqueadores extranjeros con oferta en stock de tarjeta de residencia es una muestra más. 
Luego no quieres tener al personal encabronado. 
Se puede llegar a asumir que tenemos, todos, que apechugar con sacrificios, pero serían mejor asumidos si aparte de la pedagogía del "no queda otra", se comenzaran a desmontar los chiringuitos. Todos, los que montó tu partido y los que montó la alternativa y alguno de los que les apoya. 
Ejemplaridad, creo que se dice. 
El bohío en que habíais convertido España, los unos y los otros, hay que sanearlo y, aunque salpiquen los purines, dar un buen manguerazo densifectante. No vale sólo con ahogar al pueblo, que el pueblo cansa y ya no lo distrae tan fácilmente ni la Roja ni Jorge Javier y su troupe. 
Una buena campaña de limpieza, desde Zarzuela hasta el último kiosco oficial, podría comenzar a frenar la ola de desafección que puede convertirse en rabia directa y sin medias tintas, mandando el sistema entero a tomar por el culo, con perdón. 
Y asumiendo que nos encontramos en el contexto que nos encontramos, habrá que empezar a enseñar los dientes al IV Reich y a ver si se dan cuenta de que ellos van detrás, a menos velocidad, pero detrás. 
Y me dirijo a tí, porque eres el que supuestamente lleva la batuta ahora y porque llega un momento en que me la suda muy mucho quién está en la Moncloa para joderme a mí y a mis pirójimos. Que es lo que en realidad habéis hecho siempre. 
No se si celebrarás tan magno aniversario, puede que sí por lo que te costó llegar, pero entre pastel y chupito de orujo, reflexiona. El regalo no te lo mando pues ya me lo cogiste a cuenta.