DISECCIÓN POLÍTICA A FILO DE ESPADA I. (PARTIDO POPULAR).

Estando como estamos, en éstas que estamos y en este estado de cosas que parece perpetuarse cual día de la marmota, yo, que no soy nadie, pero que tengo tanto derecho a opinar como el más pintado de los tertulianos de cualquier medio más o menos clientelizado, voy a dar mi particular visión del panorama político de este Estado, llamado España, en el que me ha tocado vivir y, casi con toda seguridad, morir también.
Intentaré ir por orden y someteré a una especie de iletrada autopsia a los principales grupos y opciones políticas, en este batiburrillo actual que, si bien parece haber acabado con el bipartidismo, se ve incapaz de dar salida a los problemas de los ciudadanos.

PARTIDO POPULAR.-

Si un mérito debe reconocérsele al controvertido hombre del bigote sobrenatural; que aparece, desaparece y se vuelve transparente; el poseedor de los abdominales más turgentes, Don José María Aznar, fue la unificación de las derechas que, no olvidemos, no eran sólo una en esta España difusa y, tras el Franquismo, andaban dispersas como si fueran la izquierda.
Gracias a esa refundación, la extrema derecha, que, existe, pasó a ser marginal, casi testimonial y, si no fuera por alguna de sus barbaridades, diría yo que hasta folclórica.
Mi impresión es que se pretendía hacer una derecha moderna, moderada y acorde con el panorama europeo. Si bien no podemos obviar los lastres endémicos que arrastraba por las especiales características históricas, culturales, sociológicas y políticas de este castigado país, tan aficionado al cainismo. Por un lado, es indudable que heredaron mucho del franquismo, a pesar de que, mientras parecía que pretendían distanciarse, siempre opusieron resistencia a la condena de la dictadura y a la recuperación de la dignidad de las víctimas perdedoras de la guerra y represalidadas por el franquismo. Por otro está el catolicismo institucional y cultural que, muchos de sus miembros, ejercen con total desparpajo ignorando la característica de aconfesional del Estado en el que nos encontramos, teniendo ciertas sectas u "obras" mucho peso específico en políticas como sanidad, educación y a todo lo relativo a la moral privada de los ciudadanos.
Otra de las diferencias de esta derecha con el resto de las occidentales está, a mi modo ver, en su particular forma de ver el sistema capitalista y el liberalismo económico. Aquí, la iniciativa privada se fomenta, pero siempre a costa de lo público. Clientelismo desbordado, cuando no corrupción pura; a los sumarios me remito; y es muy típico que una empresa la monte un cuñado a instancias del cargo político que va a hacer la concesión del contrato público para la actividad determinada.
Dicho todo ésto, ¿son malvados los populares por el hecho de serlo?, no, claro está. Entre sus militantes y votantes hay infinidad de gente con buena voluntad que entiende que las políticas de su partido son las que vendrán mejor a la mayoría de los ciudadanos.
Pero, a pesar de la fidelidad del votante, la mancha de la corrupción en casi todos los ámbitos geográficos en los que tienen poder, hace que sea necesaria una nueva refundación y se asuman las responsabilidades políticas por el triste espectáculo que se está dando y la aparente incapacidad para atajar el latrocinio.
Tienen más escaños que ningún otro grupo, es incuestionable, y podría corresponderles gobernar pero, para eso, necesitan dialogar y pactar con otras fuerzas, como ya se hizo antes, pero, en esta ocasión, la capacidad para convencer parece agotada tras la bien aprovechada mayoría absoluta.
De su líder actual y su equipo directivo no voy a decir nada. Es lo más apropiado.


Seguiremos en el próximo post hablando del PSOE y así sucesivamente.