VERGÜENZA NO ME DARÍA SER POLICÍA

Vergüenza no me daría haber preparado una oposición, aprobarla, formarme en Derecho Penal, Constitucional, Administrativo, Civil, Primeros Auxilios, Deontología profesional, Psicología, Sociología, etc. Vergüenza no me daría haber recorrido media España y comprobar que es más lo que nos une que lo que nos separa. Vergüenza no me daría ver el gesto de agradecimiento de una anciana cuando le recuperas la pensión recién robada, evitar suicidios, asistir heridos y moribundos, consolar familiares de víctimas mortales, rescatar personas en catástrofes, proteger mujeres maltratada;, detener maltratadores, chorizos, traficantes, violadores, estafadores, etc., sin atender a raza o condición por mucho que les pese en Lavapiés. . Vergüenza no me daría tener que ver todo aquello que la mayoría, bien-pensantes incluidos, nunca quiere ver. Vergüenza no me daría ser objetivo terrorista de uno u otro signo. Vilipendiado por derechas y por izquierdas según convenga al grupo mediático que corresponda. Vergüenza no me daría enterrar compañeros honrados que dieron todo por su profesión y por los demás. Vergüenza no me daría jugarme el pellejo por quién te desprecia, te criminaliza por sistema y te amenaza con despojarte del uniforme diciendo que paga tu sueldo y que no sabes con quién estás hablando. Dirigido por políticos ineptos, siempre irresponsables e interesados, siempre mal pagado y mal querido por este país sectario, dogmático y tribalista de hijos de Caín. No, vergüenza no me daría, al que le dé que se joda.

ESO NO ES DEMOCRACIA

Las instituciones están investigando los posibles excesos de la Policía en los últimos sucesos de Sol, los sindicatos policiales reconocen excesos y reclaman el esclarecimiento y a buen seguro que el contundente peso del régimen disciplinario y de la acción judicial caerá sobre los interesados. 
Esto debería consolar a los inconsolables pero no, en la deriva anarcoide que están tomando tanto los que en principio se movilizaban de manera justa y pacífica, cómo el apoyo interesado y demagógico de los medios de comunicación y la pasividad electoralista de nuestros políticos, ahora surgen en las redes sociales unos engendros a modo de tribunales populares, o sea, comités de linchamiento, dónde se difunden masivamente las imágenes de los rostros de los agentes supuestamente implicados. 
Pronto publicarán, si no lo han echo yá, los datos personales de los mismos, los cuales, a parte de la sanción que se les imponga a nivel administrativo y judicial, tendrán que acabar mudándose y escondiéndose para evitar a grupúsculos de indignados profesionales. 
Esas páginas, por supuesto, sirven de plataforma para todo tipo de soflamas violentas de todo el abanico radical. Y eso no es democracia. 
Eso es menos democracia que la deficitaria que tenemos ahora. 
Porque democracia es también respetar las leyes,  también esas en las que se regulan los derechos de reunión y manifestación, acatar las órdenes legítimas de la policía cuando ésta está interviniendo, no increpar, no provocar reacciones en los demás en contra de los actuantes, etc. 
No todo vale y, si eso es lo que se pretende, menudo porvenir nos espera conociendo la historia cainita de este país tan dado a la masacre. 

A PROPÓSITO DE... (Post con dedicatoria implícita)


El que aparezca la moderación de comentarios de nuevo se debe, como muchos supondrán, a la actitud patológica de algún visitante, tal y como se refleja en mi post anterior.
Esta moderación no es óbice para que no se publiquen los comentarios críticos ni mucho menos, es más animo a la participación crítica en esta casa como siempre he hecho.
Ahora bien, si el discrepar de mis opiniones supone el ataque personal, la injuria por sistema, invito a quién tenga la tentación de hacerlo que, para esos temas, utilice otros foros, como puede ser la conversación en vivo, que siempre es más constructivo que el anonimato que supuestamente proporcionan las nuevas tecnologías.
El que ataca personalmente es porque, supuestamente, parcial o totalmente, conoce a la persona objeto de su mala baba, y cuando menos es de muy mal gusto hablar de la vida de nadie en un sitio público (aunque con propietario) de forma enmascarada. No obstante les diré que siempre me la trajo bien floja lo que la gente, sobre todo cierta gente, pudiera pensar de mí.
Así que discrepen, critíquenme sin piedad en lo que escribo, lo que pienso, en mis razonamientos o desvaríos, en lo que publico libremente en mi blog, que es mío, y en dónde puedo estar acertado o errado, pero el que pretenda bronca en lugar de discusión que busque otros lugares, con o sin padrinos.
Disfruten del video que no tiene desperdicio.

ESTUPEFACIENTES DE TODA LA VIDA

He visto sus caras en televisión. En alguno de esos canales presentados por androides teledirigidos. He visto sus extemporáneas sonrisas, sus cánticos y danzas sin sentido. 
Son legión, a miles se reparten por la ciudad, abrazándose, besándose, enarbolando sus lisérgicos colores, henchidos de alegría ilógica para un estado sobrio. 
Miran a las cámaras con las pupilas dilatadas y carcajean como autómatas. 
Está claro, una droga virtual, antigua como la humanidad, causa efectos devastadores en la juventud. 
No es lógico que un anciano vestido de blanco, armado con una sonrisa no menos estúpida que la de sus seguidores, cause tanta adicción sino fuera porque él es el gran camello. 
La sustancia distribuída no es tangible ni aprehensible, la droga se llama fe y como todas las demás altera la conciencia, el sentido de la realidad y la razón. 
Hay diversos derivados con el mismo principio activo, a cada cual más nocivo. El que asola ahora Madrid y buena parte de Occidente y otros que, en varios puntos del planeta, han causado más de una tragedia. 
Drogas de diseño, de precisa arquitectura química, que llevan al adicto a la perdición.