Esta España nuestra.

En España contamos con un mal endémico, el pueblo lacayo, el que asume su rol lamiendo las botas de la oligarquía de siempre, a cambio de cierta supuesta seguridad.
El pueblo costalero, el que comulga ruedas de molino, guardés del cortijo, encantado de recoger las perdices al señorito.
El pueblo miedoso a cualquier cambio que pueda suponer que le quiten el “chusco”.
Es hora de que se reafirme el pueblo orgulloso, que se rebela contra la injusticia real y defiende la patria de lo común.
Creo en esta España, no en la que sólo ve españoles ni en la que somete a las personas a meros sujetos de nacionalidad, envolviendo a los ciudadanos en banderas mientras les roba a saco.
Creo en la España creativa, profesional, osada y valiente pero sin atavismos ni supersticiones.
La España ilustrada, sin hábito ni confesionario, la de Cervantes, Quevedo, Valle Inclán, Rosalía, Unamuno, Ortega y todos los que vinieron detrás.
La otra España que mostráis muchos me da grima y mucho asco. Así que es lo que hay. Así pienso y así os lo he contado.

BORRÓN Y CUENTA NUEVA .

A ver Mariano, hay que saber irse y tú puedes, que cuando quieres eres hasta elegante. 
Al resto del PP le recomendaría tranquilidad y asumir que se puede perder el poder de esta forma, tan democrática como cualquier otra, y no pasa nada. 
Refunden el partido y seguro que alguna vez recuperan el poder si los ciudadanos así lo deciden o si convencen a la mayoría de la Cámara, como ha sido el caso de hoy. 
No den ustedes esa imagen de derecha enrabietada y casposa que tantos disgustos ha traído y no empiecen a hacer oposición erigiéndose en los defensores de las esencias, atacando al adversario con falacias y mensajes de miedo. Ese estilo lo está tomando ahora el “transversal” Rivera, el cuál, de ganar las próximas elecciones, les hará a ustedes buenos. 
A Pedro Sánchez le ha caído un buen marrón pues, si bien a nivel económico la herencia no es desastrosa, a nivel político sí lo es, por méritos de Mariano pero también por la acción irresponsable y kamikaze de los dirigentes catalanes. 
Con razón insistía en pedir la dimisión de Mariano, cuántos disgustos se hubiera evitado. No obstante hay que interpretar lo sucedido en estos días con esperanza. La mayoría de una Cámara, heterogénea donde las haya, ha echado a un gobierno cuyo partido ha sido condenado por corrupción. 

Vienen nuevos y convulsos tiempos pero sin duda interesantes. No hay que tener miedo a los cambios.