COMO PARA INDEPENDIZARSE.

Lo que no logró, al menos de momento, el cáncer, lo va a conseguir mi seguro médico ASISA y quien teóricamente debe defenderme, la Mutua de Funcionarios de la Administración Civil del Estado. 
Los supuestos “privilegios” de los funcionarios;  que no son otra cosa que el hecho de que los políticos favorecen a empresas privadas que crean sus familiares o amigos, con conciertos masivos de asegurados, y la derivación de algún paciente de la sanidad pública para hacer alguna prueba que pagar con dinero público; hacen que pasen estas cosas tan surrealistas. 
Resulta que al abajo firmante le detectaron un cáncer. ASISA, la entidad aseguradora concertada con MUFACE, le deriva al Hospital Universitario Central de Asturias dada la gravedad del tumor y la mayor especialización en este tipo de cáncer por parte del servicio de Otorrinolaringología de ese centro hospitalario, perteneciente al Servicio de Salud del Principado de Asturias. 
Pues después de dos consultas, debidamente autorizadas por la entidad, el cuadro médico decide intervenirlo y, ahora, después de cuatro meses de hospitalización y dos intervenciones quirúrgicas, la aseguradora alega que el ingreso no fue autorizado y que el paciente, o sea, yo, es el que tiene que correr con los gastos. 
Le detectan, seguramente a destiempo, un cáncer letal, que además le está dejando sin aire; le rebanan el cuello y queda sin voz, respirando por un orificio en mitad del pescuezo; está cuatro meses encerrado en la octava planta del hospital, alimentándose por una sonda nasogástrica hasta que es nuevamente intervenido; y ahora le dicen que va a tener que desembolsar a partir de un cuarto de millón de eurazos. Para mear y no echar gota y para que te vaya invadiendo cierto instinto homicida. 
Así que va uno, con el cabreo que pueden imaginar, y recurre a reclamar a quien, en teoría, le tiene que defender, la mutualidad de funcionarios y, ¡coño!, se topa uno con la peor acepción del término “funcionario”. 
El que va a pedir auxilio se convierte en sospechoso y, al carecer de voz, le hacen a uno sentirse responsable de su carencia. 

Todo berlanguiano, triste y letal para alguien que intenta recuperarse. Seguiremos informando, aunque sea desde Villabona. En Asturias ya me entienden.

1 comentario :

Anónimo dijo...

La alegría de volver a leerle, Don Filo, no me deja profundizar en el relato de sus penurias administrativas.
Además el cabreo es la forma de estar vivos que tenemos los españoles.

Me alegra muchísimo que siga Ud. tan cabreado como siempre.

Un afectuoso saludo.

Un Oyente de Federico