DAME VENENO...

El veneno, como método de magnicidio, o de correr el escalafón de cualquier tipo de autoridad, tiene unos toques de refinamiento y aristocracia que muy pocos pueden alcanzar.
Los Borgia podrían ser el ejemplo más glamouroso de tan histórica práctica.
En la antigua Roma, cuna de nuestra civilización, era práctica habitual, además de las mociones de censura a golpe de daga en sede parlamentaria. "Tú también Bruto..."
Aquellos sí que eran asesinatos políticos como Dios manda.
Ahora, en esta sociedad decadente, carente de valores y estilo, lo que se lleva es el vulgar disparo en la nuca o el grotesco explosivo, siempre desproporcionado y carente de la mínima elegancia exigible. Y es que lo dejan todo perdido.
Y dicen que no hay peor cosa que un pobre "jarto" sopa.
Hay mucho advenedizo que quiere darse ínfulas de grandeza imitando poses, modos y maneras.
Una botella de Cognac, por muy de calidad que sea éste, no es el medio más correcto, más que nada por estética.
No sólo hay que asegurarse el resultado sino también se debe contar con una buena dirección artística.
Cuando el medio es una bebida alcohólica, hay que asegurarse de que el objetivo nunca beba a morro. Imagínense qué escena, un ilustre cadáver junto a una botella de licor vertida por el suelo. Eso, si descartamos que se la beba el letal emisario pues, parece ser, en los últimos tiempos, nuestros asesinos de andar por casa (o caserío), son bastante aficionados al morapio y a la fumata.
Claro que es más difícil procurar el envenenamiento directamente en copa, pero si queremos dar categoría al acto, así debe  ser. Una buena "bombilla", pasada por el calentador, con el destilado exhibiendo todo su "bouquet", y que la víctima, ya que va acabar jodido, por lo menos disfrute y mantenga la dignidad debida.
Otra cosa sería que la sustancia letal estuviera disuelta en una "vichysoisse" o entre las hebras de un suculento plato de jabalí al horno o de perdices escabechadas pues la caza, aparte de actividad de alcurnia, como reciéntemente se ha demostrado, tiene la contundencia de sabor precisa para camuflar sustancias químicas.
Pero claro, amigo mío, para eso hay que mojarse y es más sencillo enviar un botellón y a ver qué pasa.
Por mucho que pretendan que su rama política sea representada por ilustres dramaturgos, siguen siendo unos desustanciaos, indocumentados, zascandiles, unos bárbaros, unos patanes, zoquetes, tuercebotas, abrazafarolas, cierrabares, pagafantas, muíles, y todo lo que se les pueda ocurrir.
 

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