FAUNA URBANA.- El fumador

Ahí lo tienen. Obsérvenlo en su rareza de especie justamente perseguida por la regulación de la evolución que nuestros responsables gobiernos se han vistos obligados a gestionar.
Ahí está, apurando su colilla antes de entrar a tomar un café. Un café fugaz puesto que lo apurará impaciente por volver a satisfacer su mezquina adicción.
Mírenlo retorcerse en su sentimiento de culpa mientras apaga el cigarrillo al pasar por un parque.
Alguna manada queda agrupada en entradas de centros de trabajo y locales de ocio, socializando entre ellos mientras son observados con desprecio por la especie dominante, la sana, la saludable, la políticamente correcta, encantada de vivir en un planeta idílico sin humos expelidos por organismos vivos. Los expelidos por las máquinas son otro cantar del que yá se  encargarán, o no, los concienciados dirigentes.
Pero no siempre fue así.
Hubo un tiempo en que el fumador reinaba en la iconografía colectiva.
Mujeres fatales, comprometidas, luchadoras por los derechos y la igualdad, se vieron obligadas a consumir tabaco para equipararse al macho dominante.
El macho heróico que liaba picadura en los Saloon's antes de batirse en duelo con el matón local para desfacer entuertos a base de Colt 45.
El detective con un punto amargado que buscaba halcones malteses e intercambiaba nicotina y saliva contaminada con rubias de ojos imposibles.
El hombre del piano, vencido por una mujer, desgranando notas tristes en medio de la nube de humo de todo local nocturno que se preciara ante un vaso de bourbon.
El revolucionario asmático y carimástico con su inseparable habano, etc., etc.
Ahora no quedan ni reservas naturales para la plaga nociva. Pequeños reductos en corro, como pequeñas reuniones en el patio de la penitenciaría.
La veda está abierta y las autoridades animan a la batida.
Nuestros hijos nos lo agradecerán cuando vivan en el perfecto mundo que les estamos construyendo.


6 comentarios :

Guti dijo...

"Los expelidos por las máquinas son otro cantar"

Error: los expelidos por las máquinas están bastante regulados, y mucho más que deberían estarlo. A los fumadores, de momento, no se les obliga a sacar un carnet ni pasar la ITV ni se les obliga a llevar catalizador ni se les imponen cuotas de emisión de CO2 ni límites de emisión de azufre.

Lo demás, la cosa cinematográfica que describe Vd., es así porque nos hemos tragado las campañas publicitarias de las tabaqueras. Si no, a ver qué romanticismo iba a haber en morrear contra un cenicero.

¿Por qué ha funcionado algo tan burdo? Por las sustancias adictivas que lleva este producto. Atraiga al tontín de catorce años con el cebo de Bogart, que luego ya se queda para siempre y se suma solito a la campaña.

Si mis compis de trabajo no hubieran fumado, yo hoy no viviría en un mundo perfecto; estoy seguro de que viviría en un mundo imperfecto, pero sin el asma que tengo.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Qué bien, cómo me gusta ver a la gente sana, políticamente correcta, desahogarse con el pérfido fumador mientras sus apoyados viajan en AUDIS que no contaminan nada. Qué bonito ver las políticas de energías renovables con generadores de gasolina nocturnos para sacar la subvención.
Qué bonito meterse rayas de coca en los baños.
Qué bien vender armas a Chávez por el bien de la paz mundial y la vasca mientras refugia etarras con aspavientos.
Si yo me quiero morrear con un cenicero es problema mío, quédese usted con las divas de ropa de filete y nariz de platino.
Los fumadores ahora, antes los controladores, después, yá veremos, somos el ideal chivo expiatorio para los desmanes de los ineptos.
Ahí queda eso.

Guti dijo...

Yo al menos tengo una cosa buena, y es que si hago a alguien responsable de un acto, procuro que sea de un hecho real. Procuro ser responsable de mis actos, también. Sólo de los que cometo.

Ni apoyo a quien contamina, ni a quien defrauda con energías renovables, ni me meto rayas de nada, ni vendo armas, ni tengo pósters de Chávez, ni de los etarras. Ni siquiera me gusta la de los filetes que dice. Me ha dejado verdaderamente sorprendido, y hasta preocupado, que alguien de su perfil se invente acusaciones.

Meta usted sus morros donde le apetezca, faltaría más; defiendo todo tipo de prácticas orales, realizadas en el lugar y momento adecuado.

Y una práctica oral que me gusta especialmente es la argumentación lógica y la discusión racional como instrumento de entendimiento y convivencia. A la vista de la suya, y de otras del mismo jaez que he visto, está claro que se ha hecho lo correcto.

Un solo apunte más: no se ha perseguido a nadie, se ha liberado a quien estaba siendo pisoteado.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Ruego disculpe mi exabrupto, sin duda injustificado, pero fue lo que me salió y lo siento de veras.
Rectificar puede ser de estúpidos pero así lo hago, rectifico, lo que no quiere decir que no piense que la criminalización del fumador, con el aliento a la denuncia y delación, habiendo muchas otras actitudes mucho más deleznables que no se persiguen como debieran o gozan de tolerancia, así como la doble moral de nuestros queridos gobernantes, a veces me enervan y no lo puedo remediar.
Seguramente me hagan un favor y consiga dejar de fumar, algo que hago porque me lo inculcaron desde bien joven, erróneamente, claro está.
Y dejaré de fumar no por la salud sino por la menoscabada cuenta corriente por los atracos a la nómina que el gobierno me hace puntualmente por bien de la sociedad, por lo visto. Otro motivo será el sentirme un delincuente, un drogadicto, un apestado.
Reitero mis sinceras disculpas y no abandone sus comentarios.

Guti dijo...

Rectificar no es de estúpidos, precisamente. Es algo que se ve poco, pero no me sorprende en usted, a quien no tengo precisamente por estúpido.

No se preocupe, la gente que escribe bien no se libra de mí tan fácilmente.

Por mi parte, pido disculpas también si en algo ofendo a alguien; desde luego, de manera inadvertida.

Discúlpelo pensando que si los fumadores se sienten perseguidos ahora, los no fumadores hemos vivido bastante peor durante muchísimos años. Por mucho cuidado que pongamos en lo que decimos (que se intenta, créame), alguna indelicadeza se nos puede escapar.

Guti dijo...

Por cierto, se me olvidaba: respecto a lo de animar a las denuncias, igual la cosa es un poco... mentira.