MARCA ESPAÑA

Despiertos ya del sueño occidental, por fin España vuelve a la esencia. A lo que siempre fue en su patética historia.
Una España indefinida, siempre negada a conveniencia de la faltriquera o afirmada con sable en alto y rancia arenga.
La España mísera de las colas de miseria de un pueblo encallado en el castigo.
Un pueblo gris, en blanco y negro, mientras renacen las glorias de las oligarquías multicolores que engordan los diamantes en llamadas de teléfono o clic de terminal, practicando virtuales atracos al populacho desagradecido.
La España de la usura encorvada que financia el reino y desahucia patios de vecinos a ritmo de zarzuela.
España de revolucionarios de tertulia, no ya en café sino en las redes, que repiten fórmulas mágicas que no son más que alquimia, no soluciones.
España de frase corta, ciento cuarenta caracteres, o circo mediático olisqueando braguetas y entrepierna cenicienta.
Avinagrada España de vino cabezón dónde lavar las querencias que te llevan a la soga.
España desterrada, como siempre, del civilizado mundo que nos prefiere sometidos, fregando las letrinas de orondos culos nibelungos.
Altares, palios, quiromantes y loterías nacionales.
La España que exportó el caceo, la comisión y el trinque allá donde fue imperio. Denominación de origen de toda mafia y corruptela, patente de la mordida, marca España.

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