Foto El Mundo
¿Les había dicho que ganó el  Madrid la Liga?. 
Pues sí, ganó, y como cada vez que  tan ilustre escuadra gana algo pues miles de lo que parecen personas,  debidamente embufandados, encamisetados y eufóricos, invadieron los dominios de  
El rebaño es el rebaño y allí se  condensaron en corro tupido contra la valla protectora anti-sacrilegios paganos.  
Gritaron, saltaron, entonaron  cánticos, corearon a un tal Raúl que ejerció de sacerdote del ritual colgado de  una grúa, se embriagaron y, ante la dificultad de reciclar los envases pues  decidieron, como es de lógica futbolística, lanzarlos hacia la policía, que para  eso está, y contra todo aquél que se entrometiera en la trayectoria.  
Era de esperar pues al final de  cada misa siempre se reparten hostias y, como no, los azulados caballeros de  negros yelmos, espadas de caucho y cuero, y ballestas de esféricos dardos,  tuvieron que emplearse a fondo en repartir la comunión entre los feligreses,  pastoreándolos como a toda grey que se precie a fin de que cada res  regresara, harta de pasto y estopa, a su respectivo cubículo.  
En otras latitudes la misa no fue  de gloria sino de difuntos, pero comulgaron igualmente que es de lo que se  trata.
Hoy muchos de ellos se  habrán incorporado a sus honrados puestos de trabajo, con dolor de cabeza a  causa de los excesos alcohólicos y, alguno, con dolor de lomo cuando  menos que le recuerde la sacra celebración y la peculiar eucaristía.  
Pero ayer, quién hizo el animal se  sintió importante. Su equipo, su mayor ideal, había conseguido el objetivo que  se marca cada año como meta el aficionado medio. Hoy, cuando aguante al cabrón  del jefe puteándole como es habitual, se evadirá pensando "que te den por culo,  que seguro que eres culé". 
Se consolará con la idea de que  en  la próxima temporada "qué coño la liga". La Liga, la copa y la  Champions, por lo menos. 
A ello dedicará sus oraciones y  positivas energías, fin de semana tras fin de semana, conjurado con su grupo en  algún fondo de algún estadio. 
El motivo último de su existencia,  y su idea de felicidad, se habrán culminado cuando vuelva a la Cibeles a hacer  el patán.
Últimas declaraciones de Cibeles:  "¿Qué habré hecho yo... si a mi lo que me gusta es la Fórmula  1?".
De Fórmula 1 hablaremos otro día  pues aquí en Asturias, de un tiempo a esta parte, las ingenierías  automovilísticas salen de debajo de las piedras.
Saludos cordiales,
1 comentario :
Te has salido!
Me ha encantado lo del "jefe", real como la vida misma. Triste también.
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