ANTISISTEMA

Vuelvo a estas páginas algo desganado. Tras una temporada, que aun no ha acabado, de taladro, tacos, sierra de calar, carrito transporta combis, apliques traicioneros, que me hicieron merecedor de plaza en el Circo del Sol por pirueta desde escalera tras descarga, etc., etc., llega el temporal que hace a mi vehículo dudar de la trayectoria haciendo trabajar a pleno rendimiento los abs, eds, y todas las siglas que se suponen que llevan de serie.
Me reintegro también al trabajo tras las vacaciones de verano, postergadas a la inclemencia por el mencionado traslado de hogar, y ando un poco apático del mundo y sus avatares políticos, económicos y mediáticos.
Sí, me enteré de lo de Grecia. Si Aristóteles levantara la cabeza. No resto importancia al suceso detonante mas, cuando hay un detonante, es que hay una carga explosiva que, independientemente de las características del iniciador, tarde o temprano acabaría deflagrando.
Es grave que un manifestante, sea antisistema o tenga la edad que tenga, muera por una bala de un policía. Es grave y es responsabilidad de los gobiernos poner todo lo que tengan en su mano para evitar que esas cosas ocurran y, si ocurren, caiga todo el peso de la justicia sobre los responsables, directos e indirectos, del suceso y que la reacción oficial y judicial no se mueva únicamente a espasmos dependiendo de la presión mediática y social. La Justicia debe ser la Justicia con independencia del follón que se monte alrededor de un caso.
Nunca entendí que se condenara a alguien, más o menos, dependiendo de la "alarma social" del hecho a juzgar. El hecho es objetivo y la ley a aplicar debe serlo también.
Independientemente de las tensiones sociales y económicas que parece están en la raiz de los disturbios, yo, como suelo hacer, me hago muchas preguntas.
Una bala de un policía, sea de rebote o no, esté o no esté éste acorralado, nunca debiera acabar en el cuerpo de un chaval de quince años, por supuesto. Puede hablarse de excesos o de brutalidad policial, faltaría más, siendo exigible a las instituciones la máxima diligencia y escrupulosidad en el ejercicio de sus funciones, mas yo me pregunto si un cóctel molotov que hace arder a un policía casi por completo no es brutalidad. No, yá lo sé, incorrecto de mí, eso es "resistencia".
Como lo es la bombona que llevaba en las manos el otro mártir antisistema de Génova. Resistencia antiglobalización para introducir amablemente una bombona en el vehículo de los Carabinieri del que salió el disparo.
También es resistencia, ésta vez en solidaridad con los parias de la Tierra y con el difunto heleno, quemar una Comisaría de la Policía Municipal en la calle Montera. Es lógico, los uniformes son lo mismo acá y acullá, salvo en Cuba (para algunos), que allí un uniforme verde oliva es imagen de indiscutible progresismo.
Y me parece a mí que a río revuelto..., yá saben ustedes, que toda movilización legítima es utilizada y la espontaneidad a la que se alude en más de una convocatoria es más que falsa, y mucho niño pijo de pañuelo palestino, móvil e internet mediante, seguramente ajeno a la crisis y al paro gracias a la subvención familiar, puede permitirse el uniformarse de "antisistema" y quemarlo todo en nombre de los desfavorecidos y del fallecido que, al fin y al cabo, no deja de ser la víctima de todo este desaguisado, víctima por muerto, injusta o desproporcionadamente, y víctima por símbolo o "clavo ardiendo" al que agarrarse para montar el lío.
Pero, queridos lectores, si es que me queda alguno después de este desvarío, salvo el zapatazo que se pudo llevar Bush, que demuestra que los políticos tienen sobrados reflejos para evitar las hostias, las susodichas formas, consagradas o sin consagrar, siempre van a parar a los mismos. A los manifestantes y a los policías. En forma de porrazos, pelotazos de goma, gases, botes de humo, disparos, pedradas, cócteles molotov, y juicios ejemplarizantes. 
Los últimos responsables de todo embrollo o crisis suelen dan ruedas de prensa y comunicados solemnes y, como mucho, esquivan zapatos voladores.
Por otra parte, y hablando de temas menos trascendentes, o no, acabo de llegar de mi sucursal bancaria habitual.
Uno, que mudanza tras mudanza, no ha ganado un duro con sus compraventas, que ignora qué es un "pelotazo" pues no valía ni para los partidillos del recreo, tiene que tirar de banco para hipotecarse de nuevo y acudir a las oficinas como si fuera a recibir los sacramentos. Pero hoy he sido consciente de que algo está fallando en el sistema.
El director de la oficina, al parecer por una avería del sistema de climatización, tenía dos cubos de fregona a la puerta de su despacho y, cada cinco minutos, tenía que salir con el mocho a recoger los frutos de la gotera.
¿Quieren una descripción más gráfica?
Joder, y eso que venía desganado.

3 comentarios :

Unknown dijo...

Manténgase desganado. Le dá buenos resultados literarios.

Anónimo dijo...

Si señor la desgana da argumentos.
Como los que tienen los pobres conductores que quedaron atrapados en una autopista de PEAJE no lo entiendo en estos tiempos

Fet dijo...

Es un puñetero círculo vicioso. Los motivos de los antisistema no se limitan al asesinato policial. Hay una enorme carga de corrupción, impunidad, especulación y mamoneo que arrastran desde hace tiempo y, como bien dices, la muerte del niño fue solo el detonante. La sensación de frustración, impotencia y falta de futuro acaba haciendo que la gente pierda la cabeza.
Si algún hijo de puta lo explota bien, un excelente caldo de cultivo para los fascismos.
No diré que justifique a los airados, pero sí los entiendo.