Que el debate sobre la permanencia de la Monarquía aflore en los medios con fuerza debería llenarme de satisfacción pero, increíblemente no lo hace.
Que se cuestione las funciones de la institución, los gastos que genera y el déficit democrático de la misma está bien, es sano y por esa vía se puede llegar al objetivo, ahora bien, no me pida nadie que considere a Roura un mártir del republicanismo porque no lo es, no es más que un “ultra” catalanista exacerbado cuya prioridad es la independencia de eso que llaman “Paisos” y sus méritos se limitan a ser un incendiario de retratos invertidos y un borrokilla de butifarra revenida, al igual que los vociferantes esquerristas juveniles que en
Los actos de apoyo al energúmeno de la antorcha se quedan en eso, en quema de fotocopias marginal y griterío de pequeña turba cuyas pretensiones son unos supuestos derechos históricos sacados de no sé qué historia, la misma que cuenta el presidente del “Barça”, y una selección catalana de fútbol que tendría que ser, en caso de llegar a buen término, en el contexto de una liga propia, fuera de la española, tan contaminante ella, aunque es posible que la financiación de los clubes autóctonos sufriera desmejora al carecer de las cuantías que generan derechos audiovisuales, publicidades y merchandising en la liga estatal. Es posible que Ronaldinho acabara fichando por un equipo español que pudiera mantener su caché.
Pero dejemos el fútbol aparte, que nunca me entusiasmó el pan y circo, y vayamos al tema que nos ocupa.
Por otra parte está el tema de
Los desbarres de Anasagasti, que cuando toma txikitos desmelena el artesano tupé eructando descalificaciones personales, pues tampoco me entusiasman, por una razón, se puede deslegitimar la Institución pero el insulto enturbia
Lo que ya me indigna, me solivianta por completo y me enerva es que en los tiempos que corren se hable de estas cosas en programas del corazón, metiendo en el mismo gazpacho el modelo de estado que los líos de
Saquemos el debate a la calle, reivindiquemos el republicanismo a pesar de su más que probable lejanía, pero seamos serios y vayamos al fondo de la cuestión manteniendo las formas que lo bien hecho bien parece. Introduzcamos el debate en la clase política, dejando aparte a Carod Rovira que su debate es otro, y quizá se pueda forzar el cambio razonable y tranquilo hacia una República de todos y para todos.
Sin rencores, hogueras ni guillotinas que luego queda todo perdido.
1 comentario :
Entiendo su indignación, pero es lo que hay. Son los referentes de que dispone la cultura española.
También se mentó a La Pantoja en su blog cuando hice el comentario de que a mi hija la policía la había torturado y hecho pasar la noche en los calabozos de Moratalaz, por una “falta” ni siquiera era delito la acusación.
Mientras, a ver si les convencen, Uds los republicanos, a los suecos de lo mal que están con su monarquía.
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