Las  huellas leves,
 rozadas más que pisadas,
 también persisten.
 Se  obstinan en la permanencia
 llenando memoria.
 El  susurro a tiempo,
 suspirado más que dicho,
 deja  eco reverberando,
 registrado en los aires devueltos
 como  estribillo regresado.
 No  por lo intenso
 queda  la marca,
 sino  por lo oportuno
 de la  acción,
 su intención
 y la  conciencia.
 
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