DE MEMORIAS, AMNESIAS Y DESIDIAS INFAMES

Retirar de plazas, calles y edificios los nombres de tiranos, golpistas, torturadores, fusiladores, etc., es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, que diría un ensotanado.
Pero la memoria histórica ¿hasta donde debe llegar?.
Podríamos quitar las estatuas y referencias a los Reyes Católicos que, lo que se dice demócratas, no lo eran y además dieron muestras objetivas de xenofobia y racismo aparte de persecución religiosa.
Y qué decir de Carlos I o el inefable Fernando VII, o el mismísimo Rey Pelayo que mataba "moros" por los valles asturianos como el que sale de montería. La mismísima Vírgen de Covadonga podría ver retirados sus monumentos por colaborar, según cuenta la leyenda, con tan incorrecta matanza de inmigrantes.
Supongo que en todo habrá que contextualizar la memoria al momento histórico concreto que en cada caso corresponda.
Bien, bien, pues en nuestra historia reciente hay más de mil asesinados por una organización criminal, terrorista y fascista, y estoy seguro que, si bien alguna de esas víctimas da nombre a alguna calle o plaza, incluso polideportivo, (hecho éste que comenzó a darse cuando se comenzaron a asesinar políticos), bien es cierto también que muchos de los pistoleros y criminales que pasaron a la historia negra reciente de nuestro país tienen su nombre en rotondas, parques, jardines, monumentos públicos y parece que nadie está dispuesto a desfacer tal entuerto.
Es más, el rostro de encarcelados por criminales, o huídos de la justicia democrática, puede verse en fiestas populares y "txoznas" o chiringuitos, y en multitud de establecimientos públicos, a parte de en partidos de fútbol para boicotear minutos de silencio.
Pilar Manjón ha dicho, acertadamente, que no soportaría ver una calle dedicada a Jamal Ahmidan, alias "El Chino" y supongo que la inmensa mayoría de los ciudadanos tampoco. Sería inconcebible que algo así pudiera ocurrir, mas ocurre ante nuestras narices algo idéntico, igual de repugnante, en muchos, demasiados, de nuestros democráticos ayuntamientos.
Alguien pretenderá contextualizar también este fenómeno en pleno siglo XXI, con los familiares de las víctimas contemporizando con los monumentos a los asesinos. 
¿Cual es la vara de medir?. ¿Qué es la memoria y qué la amnesia?

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