MADRIGUERAS

Enfermas,
terminales,
las ciudades vomitan
habitantes víricos.
Enquistados tras sus muros,
hozan en su miseria
estremeciéndonos
cuando la luz,
la que a veces se enciende,
nos muestra las heces pútridas
de lo humano.
Las paredes sucias
de grito empapado,
y niñas,
niños,
creyendo que la vida
era eso,
el infierno como hábito.
Cuánto terror
dan los espejos.
 

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