MARIANO RAJOY.- El Señor de las Mareas.

Hoy, aunque yo sea uno de los pocos desafortunados que curran, es festivo en Asturias. Festivo de resaca de embriaguez patriótica. Aún resuenan ecos de tambores y queda en la retina el colorido de las banderas y los brillos acharolados de los tricornios.
Rajoy, impertérrito, ni un bostezo, no vaya a ser que una instantánea ratifique la condición de "coñazo" de los desfiles.
Y no seré yo quién le recrimine la expresión. Que seguro que estaba mejor con la familia en un merendero que sentado en una tribuna en Colón. Y es verdad, la representatividad, política o institucional, sea al nivel que sea, tiene servidumbres latosas que suelen coincidir con el fin de semana.
Y ayer mismo, una amiga mía, concejal del mismo partido que Mariano, me reconocía, en "petit comité" con otra amiga de IU-BA-LV, que no dejaba de ser un "coñazo" el tener, un fin de semana sí y el otro también, que asistir a todo tipo de actos en los que, además, solemos coincidir. Menos mal que nos queda el sacrosanto "vino español".
Lo que le pasa a Mariano es que es gallego y, como tal, ejerce.
El año pasado invitaba a las masas a festejar la hispanidad sin complejos, armados de banderas y abucheos mediante, y éste doce de octubre, como que yá le venía mal sentarse en la tribuna a ser testigo de marcialidades. "Vaya tropa".
Rajoy está desubicado. El azar le sacó del registro de la propiedad y le metió en la política. Luego, como sin comerlo ni beberlo, pasó a ministrible y vicepresidenciar desde los helicópteros los hilillos de chapapote o el acercamiento brusco del suelo, nada más alzar el vuelo, acompañado además de Esperancita. "P'habernos matao, Mariano, que ésto parece cosa de Gallardón".
Sucesor a dedo del Aramis de Las Azores, ahí anduvo, capeando, yendo y viniendo, entre Alcaraz, Losantos, manifestación frecuente de rojigualdismo cegador pero, como quién no quiere la cosa, llevado por las mareas conspiratorias, que nunca avaló con total claridad, a ver si se ganaban las elecciones.
Pero no se ganaron y ahí sigue, al pairo, aguantando "coñazos" de desfile, encogiendo el labio superior, molesto, cuando le babosea la barba una señora cargada de "gotelé" rancio. Quizá por eso su antecesor tenía el bigote entablillado, para que no se notaran las náuseas.
Mariano está a merced de los elementos, siempre lo ha estado y todo le vino más o menos rodado.
Cualquier día cansa, se harta de tanto "coñazo", dentro y fuera de su partido, y se va sin hacer ruido, llevado por otra corriente que le deje varado en su despacho de registrador del que, él mismo debe creer, nunca debió salir.

1 comentario :

Un Oyente de Federico dijo...

Hace tiempo que Don Mariano se nos hizo de la progresía calimochera. Pero va desfasado.
Se hace antimilitarista, cuando a los progres les mola invadir Libano y Afganistan.
Dice “coñazo” cuando ya no se puede decir porque es politamante incorrecto.
Va a pedir la legalización del canuto, cuando dice Zapatero que fumar es de derechas.
Y seguro que se hace el calimocho con Meca-Cola, cuando ya los progres se lo hacen con Coca-Cola Zero para no engordar.