Se acabó la mensualidad de ocio veraniego. Aquí estoy de nuevo, en mi ajada mesa frente a un antediluviano terminal sin acabar de decidirme a poner orden en el batiburrillo de papeles, peticiones, horarios laborales, etc., que mi querido y nunca bien ponderado jefe tan amablemente me ha guardado en mi ausencia.
Enciendo el trasto y, mientras carga el sistema operativo, una sobredosis de información para un procesador arcaico, me da tiempo a tomar un café de los de a 80 céntimos, que Isabel es zapaterista y mantiene el precio marcado por el presidente en el sonado programa de televisión.
A mi regreso al cubículo laboral, 160 mensajes de correo electrónico, 560 en la carpeta de correo no deseado, y de la bandeja de entrada solo uno de remitente conocido. El resto, de remitentes desconocidos de nombre extranjero ofreciéndome desde bonos de casino, pasando por todo tipo de fármacos para toda dolencia o insuficiencia eréctil, así como alargamientos increíbles de la extremidad que tiene vida propia.
Limpieza radical del buzón y la gran pregunta: ¿Por dónde empiezo?.
No lo sé. No sé siquiera si empezaré hoy o si haré únicamente lo preceptivo e ineludible. Ya despaché y, en este preciso instante, el síndrome de abstinencia del nicotómano (¿se dice así?) me sugiere una escapada para quemar un Ducados, de esos que me matan o me suicidan, y como no quiero dar aspecto de marginado a la puerta del curro, fumando casi a escondidas como en los recreos escolares, tendré que ir a por un cortado, que la cafeína es buena compañera de la nicotina.
Hoy es el día en que te cuestionas de todo. Sobre todo qué sentido tiene estar aquí delante por un salario hipotecado, con lo bien que se está cobrando sin hacer nada. Tras veinte años en nómina, nómina mísera dependiendo con la de quién la compares, dejando en el camino más cosas de las que se suelen dejar, poco agradecido, más bien desmotivado y con una edad en la que te fijas como utópico objetivo convertirte en rentista gracias a algún capricho del azar y de las Loterías y Apuestas del Estado.
Fuera de esta oficina, el mundo continúa sus órbitas y sus globales calentamientos, la gente se sigue matando, por género, de forma doméstica o pública, con su vehículo o por el de otro, por asta de toro o de cornudo humanoide, en fiestas santas, paganas y populares, los que mandan están en
1 comentario :
Hagamos juntos una jornada del Camino... para respirar, humo o no.
Un saludo, ya que he estado por aquí :)
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