EXTRATERRESTRE. TENGO DERECHO.

Hoy, precisamente hoy, podría declararme apátrida. No sé si me costaría tanto como apóstata que, por pereza más que nada, aún no lo he intentado, pero no me atrae la idea de expatriarme, se me queda pequeño el planeta, hoy no, hoy quiero declararme extraterrestre.
Así andamos. Qué quieren que les diga, extraterrestre, no humano, ajeno a este planeta castigado por el virus del homo sapiens o como quiera que se llame ahora, de Atapuerca "p'acá".
¿No habrá ningún presidente que haga un referéndum, o una consulta o algo similar, defendiendo los derechos de los ciudadanos de autodeterminarse, deshumanizarse y hacerse marcianos, de Orión, Ganímedes o de Raticulín?.
Hoy estoy en uno de esos días en que miro a mis congéneres como ajenos. Como si paseara por un zoológico moderno, sin jaulas, dentro de lo posible o recomendable, alternando con otras especies completamente desconocidas para mí.
El compañero de trabajo, hoy, porque es hoy el día en que me ocurre, es para mí digno de observar y contemplo sus gestos, sus expresiones, sus latiguillos y sus manías como el que ve el "Discovery Channel". Y no soy tan soberbio como para pensar que no le puede ocurrir lo mismo conmigo. Lo que pasa es que hoy, precisamente hoy, es de esos días.
Tomo una cerveza y la chica que me atiende, mirándome con ojos desorbitados mientras libera la botella de la chapa, me hace pensar en automatismos y, aún con sus expresiones que pretenden sinceramente agradar, creo que está programada, o entrenada o, simplemente, domada, amaestrada.
Contemplo, a través de los ventanales, también a las manadas.
Hay clanes familiares, con su macho, ligeramente adelantado, en actitud defensiva, y su hembra tirando del carro portacachorros y a su lado la abuela de los niños, bien por parte materna o paterna, pero aconsejando a la novel madre, de buena fe o quizá no con tanta, en la ardua tarea de la crianza de la camada.
Otro tipo de manada es la de los cachorros púberes. Entrenados para la caza y la guerra, caminan invadiendo las aceras, marcando territorio con ropas y gestos importados de los suburbios de Los Ángeles, listos para surtirse de licores baratos, humos magrebíes o aspirables polvos colombianos, a fin de atemperar o desbocar hormonas y hostilidades, según la ocasión.
Y contemplo a esta especie tan particular siendo consciente de que, tras "cienes y cienes" de años, siguen siendo capaces de matarse unos a otros por un cruce de miradas, por una desavenencia, por un desplante, por un decreto, por una oportuna orden, aún amándose o poseyéndose, sin haber aprendido nada de la experiencia evolutiva. Son primates más que primitivos.
Y hoy, ahora, sueño con mi encuentro en la tercera fase que me libere de esta fauna.
El gran OVNI redentor que me aleje de este purgatorio, de este mundo perdido, y me lleve a la tierra prometida de la evolución perfecta, no esta involución en la que nos hallamos desde el Neandertal.
Pero no se alarmen, es hoy solamente, uno de esos días.
Y si se alarman, puede que con razón, se agradecen ofrecimientos de psicoanálisis a precio fábrica, que no están las cosas para derroches.

1 comentario :

Un Oyente de Federico dijo...

Mejor quédese en el barrio ¿donde mejor?
Que luego pasa, lo que pasa.

Acuérdese de “2001 Odisea espacial” o de la teoría ikerjimeniana de que esta cosa de vida en el planeta, tiene su origen en un apretón que le dio a un extraterrestre de camino a su galaxia y se paró en la Tierra para jiñar.