Uno de los puntos neurálgicos de Mieres es la Plaza de la Libertad.
Bonito nombre para una plaza. Bonito y adecuado.
En ella se concentran, habitualmente, los “choricillos” locales, generalmente toxicómanos de los de toda la vida.
Dicha plaza pudiera decirse que es su cámara de representantes, su foro en el sentido clásico de la palabra.
Entre condena y condena pasan sus períodos de libertad en la Plaza del mismo nombre. No sé si es intencionado o casual pero la nomenclatura urbanística viene que ni pintada.
Mientras están en ella, es que hay “pleno”, y el resto de la sociedad mierense pude permanecer relativamente tranquila.
El problema surge cuando no se ve a ninguno por las inmediaciones. Eso quiere decir que están “ocupados” y cuando estos ciudadanos se “ocupan” suele salir alguien perjudicado, primordialmente en sus bienes materiales.
Cuando alguno de ellos está reclamado por la Justicia, o bien está escondido, o bien, resignado, se encuentra allí esperando a que pase la patrulla correspondiente y le abra la puerta trasera del vehículo para acompañarlo a su “Marina d’Or” particular.
La funciones de “presidente” de
Éste individuo de mirada torva, adornada por unas lágrimas tatuadas bajo los ojos (de ahí el apodo), cara de comerse los niños crudos, con gran variedad en los peinados (desde el de “mohícano” hasta el rapado estilo “Austwich”), basa su posición en el miedo de los demás. En la Historia el poder siempre se ha sustentado en lo mismo.
Cuando quiere ser malísimo lo es de verdad, y la Policía no tiene más remedio que empeñarse a fondo con él para reducirlo y trasladarlo; primero al Hospital, donde forma espectáculos memorables hasta que es calmado a base de correas y jeringa; y luego a Comisaría, donde gusta de romper vidrieras con la cabeza al mínimo descuido de los agentes, que suelen repetir el viaje hasta el Centro Sanitario para una nueva sesión de gritos, pataleos y jeringuillazo reparador.
Una vez se le pasa el arrebato se transforma en una malva, educado y considerado con todo el personal “a su servicio”.
Las escaleras o “escaños” donde su ubica este particular “parlamento” gozan de una vista privilegiada. Frente a ellas se halla el Convento de los Hermanos Pasionistas (Templo de Referencia en Mieres), pudiendo asistir, mientras degustan una buena litrona, a bodas, bautizos y funerales, aprovechando para cobrar a los asistentes las “tasas” correspondientes en forma de cristiana limosna.
Cuando hay “debate” en la Plaza suele ser acalorado, aunque no mucho más que a los que nos tienen acostumbrados en la Carrera de San Jerónimo. Eso sí aquí los plenos pueden acabar con algún lesionado y el Acta acaba redactada, no por los taquígrafos parlamentarios si no por Instructor y Secretario en Comisaría y Juzgado de Guardia.
Plaza de la Libertad (provisional).
1 comentario :
bueno mi querio filo, lo de la plaza de la libertad clama al cielo, desde luego es todo menos plz de libertad, me explico,los nños no peden jugar en esa plaza y no es por culpa de los ocupas que alli están sino que no tienen con que , no hay zona ajardinada,zona de juegos infantiles, una fuente , unos bancos en condiciones para que se sientes los padres mientras los niños corren, se manchan,lloran, bueno lo normal.
la plaza de la libertad mas bien parece un tributo a la españa que goberno el hoy hace 21 años muerto, triste, fria, gris , que dan ganas de marchar
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