UNIFORMES VACIOS.....

Interesante correo que me envía Xurxo (otra vez), con unas interesantes reflexiones de una política del partido de nuevo cuño. Independientemente de la filiación de su autora, les puedo asegurar, sin miedo alguno a equivocarme, que refleja una realidad sangrante que ocurre a diario en este país tan moderno y democrático que tenemos. Mayka Paniagua Unión Progreso y Democracia. 8 de abril de 2008

Un agente llama a su superior. "Los tenemos a punta de caramelo. Están reunidos en el piso y, si no los pillamos ahora, volverán a volar", le dice. El policía habla de los líderes de una mafia de rumanos peligrosa a los que persiguen desde hace tiempo y que hace tan sólo unas horas han entrado en una joyería, han golpeado brutalmente a su dueño y han escapado con el botín. Los maleantes se han congregado en el piso para repartir el botín obtenido. Después, se harán visibles hasta el próximo golpe. Sin embargo, los agentes no pueden entrar en la vivienda. Tampoco pueden pedir una orden de registro al juez de guardia y echan mano de su jefe que, parece, tiene más autoridad. La artimaña tampoco surte efecto. La juez en cuestión está cenando y no piensa alterar su rutina en aras del bien público. Cuando, por fin, regresa a su oficina, los ladrones han volado. La escena no está sacada de una película ni de un capítulo de Comisario u otras series policíacas con las que se llenan las parrillas televisivas. La escena es dolorosamente real y, extrañamente, habitual. Tan real y tan habitual como alarmante. Una alarma a la que muchos agentes se han acostumbrado. Pero, lejos de vociferar y dar golpes en las paredes, poco pueden hacer. Ninguno denunciará al juez ni acudirá a la prensa para denunciar la negligencia judicial. La escena es sólo una de las muchas arbitrariedades con las que se topan todos los días. Una realidad de la que los ciudadanos poco saben y de las que los políticos prefieren no saber. Una realidad que permanece oculta porque los que deben lidiar con ella a diario no tienen voz. Los agentes, como nosotros, son ciudadanos con plenos derechos excepto cuando caminan enfundados en sus uniformes azules. Uniformes vacíos de derechos, pero no deberes. Uniformes carentes de voz pública. La líneas anteriores cobran sentido ahora que un miembro de la banda terrorista GRAPO ha sido absuelto, dicen, por errores judiciales y policiales. Las líneas anteriores cobran significado ahora que el Ministro de Justicia se ha referido a lo ocurrido para arremeter contra la maquinaria policial. Pero ellos no pueden explicar que, en el caso concreto al que se refiere el ministro, el error no fue policial porque el testigo del que hablan, unos y otros, no era, como dicen, un protegido al que la Policía 'se le había perdido' y del que se desconocía su paradero. Sólo los sindicatos policiales son los que pueden alzar su voz para explicar a los que desconocen los ocultos caminos del procedimiento que era un simple testigo y que si los agentes no lograron localizarlo es el juzgado responsable del caso quien debía haber suspendido el juicio hasta que fuera localizado. Como en tantas ocasiones. Pero el uniforme azul en cuestión no puede hablar. Ni defenderse. Ni explicarse. Y, todo, porque va enfundado en un uniforme azul. Ni siquiera cuando se le acusan de malos tratos y, al cabo, de muchos años otro juez demuestra que eran infundados. Entonces, ya ni siquiera conserva el uniforme, ha sido suspendido de empleo y sueldo y retirado de su trabajo. Pregúntense porque si un ministro es pillado en cualquier irregularidad, además de defenderse en los tribunales puede acudir a plumillas y fotógrafos para explicar lo infundadas de las acusaciones que se han urdido contra él. Pregúntese por qué un policía no puede hacer uso de ese derecho cuando un ETARRA denuncia y airea los brutales malos tratos que le ha infringido un "uniformado represor". Por eso, quiero hablar de uniformes vacíos a los que ningún político ha querido dotar de derechos. Pregúntense por qué.

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