Veo,
 ya  con cristal
 pero  veo.
 Ligero aumento
 que  despeja la niebla
 de  años rápidos
 de  ver deprisa.
 El  libro,
 antes  cercano,
 de  repente,
 en un  fronterizo segundo,
 debía  alejarlo
 para  digerir el mensaje.
 Ahora,
 hoy,
 soporto peso de montura
 sobre  la nariz vírgen.
 Tras  la lente
 la  letra clara,
 borroso
 el  contenido
 pues  es déficit,
 no de  pupila
 sino  de alma.
 De  alma cansada,
 no de  vieja,
 sino  de ajada.
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