La mujer de De
La mujer del asesino José Ignacio de
Qué difícil se hace vivir bajo amenaza, perseguido, acosado.
Ser víctima de un linchamiento, verbal primero, y material cuando se tercie, es inhumano, es cierto.
Sentirse o presumirse vigilado y seguido es bastante enervante. Mirar a cada poco hacia atrás, no saber qué encuentro tendrás al volver una esquina cualquiera, etc., no es fácil de llevar.
Cuan verdad es que unos marcan los objetivos y otros materializan las agresiones.
Sufrir daños en tus bienes puede llegar a hacerse insufrible, recibir amenazas escritas o telefónicas o en carteles por las calles también es duro.
Las pintadas amenazantes, aunque lleguen a ser asumidas, siempre dejan un regusto amargo.
¿Entiendes ahora, Irati, a los demás, a los del otro lado?.
Lo dudo. Vuestra hipocresía, sectarismo dogmático y vuestra desvergüenza hijoputesca no conoce la empatía.
Pero no te alarmes, no estás en Palestina y ningún ejército te va a demoler la casa. Quizá, con suerte y una pizca de justicia, como mucho, sirva el inmueble para pagar una ínfima parte de las deudas del cerdo de tu marido.
Y es cierto que os duele, porque pagar las deudas es sólo cosa de gente honrada.
No sé por qué, o quizá sí, pero vuestro sufrimiento, por nimio que sea, me alivia, me reconforta, a nivel emocional, claro está. Es como una especie de instinto natural, una compulsión que sufro sin remordimiento alguno.
Eso sí, empieza a hastiarme tanto titular en vuestro honor.
1 comentario :
“En todas partes cuecen habas”, Don Filo.
Este especimen, apenas pasaría un par de años de carcel en Israel.
El y una docena como el o peores, al poco de ingresar en prisión, sería intercambiado con Hamas o con Hezbola por un par de cadáveres de soldados israelís.
Aquí al menos ha cumplido 9 meses de prisión por cada guardia civil asesinado por el.
Lo que no cambiaría, serían lo que aplauden a estos sujetos. Siempre son los mismos.
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