BELLOTERO EN ASTURIAS II

COSME, DAMIÁN Y “EL PITU DE CALEYA”.- Hace yá unos años que tuve la ocasión de vivir una experiencia inolvidable.

Nos encontrábamos “mi Santa” y yo en Asturias disfrutando de las vacaciones veraniegas. Corría el mes de septiembre y coíncidía que se celebraba en Mieres una de sus fiestas locales: San Cosme y San Damián, dos médicos cirujanos que, conocidos por sus buenas obras y su Cristianismo, fueron víctimas de la persecución romana y martirizados. De ahí que también se le denomine popularmente la fiesta de los Mártires.

En España tenemos mucha afición al martirilogio.

Dicha fiesta se ubica en el Valle de Cuna y Cenera, de donde proviene la familia paterna de mi media naranja.

El popular valle, conocido por su belleza, gastronomía, y el auge del turismo rural, fue rebautizado por uno de sus hijos, cliente como no, de la “Taberna de la Trola”, como “Valle de Josafat, donde el río trae leche y miel.” Peculiar personaje que no tuvo otra idea que criar, en Asturias, ganado porcino ibérico, elaborando embutido “de bellota” a la Asturiana. De ahí que también se le conozca en el garito como el “maestro chacinero”.

Pues bien, volvamos a la Fiesta. El cúlmen de la misma es una peregrinación a la Ermita donde se hallan unas imágenes valiosísimas de ambos Santos. Todo esto fue inmortalizado por el cantautor asturiano por excelencia: Víctor Manuel:

“Ya van subiendo los mozos,

Con los corderos al hombro….”

Aseguro que vi a los mozos, eso sí, en vez de corderos, lo que suelen cargar son unas mochilas repletas de botellas de “calimocho” y otras pócimas por el estilo.

Bueno, el caso es que, para tan señalado día, estábamos invitados a comer en casa de una tía política, por lo que, al tratarse de una importante reunión familiar, no podíamos faltar.

El día antes, para ir cogiendo ambiente, acudimos a la verbena nocturna a echar unos pasodobles. Y ahí comenzó la Odisea.

Un adolescente, cuasi familia también (aquí los clanes son como los Corleone) se encontraba en el evento y llevaba encima una melopea de las de campeonato. Encima, un grupo de “mozos” del pueblo, pero ya de los de pelo en pecho, no hacía otra cosa que alimentar la tajada del chaval con rellenos de vaso, para que el chico sirviera de cachondeo de la concurrencia. (Cosas de la España rural y profunda).

Así que, llegado un momento, nos vimos obligados por el pundonor, y rescatamos a la criatura del corro de patanes. No nos quedó otra que permanecer, lo que quedaba de noche, sin dormir, curando la borrachera del púber con remojones en la fuente. Y así estuvimos, entre vomitona y remojón hasta que recuperó un estado lo suficientemente adecuado para poder entrar en casa de sus abuelos sin que éstos se percataran de la “fartura” del “nietín”.

La abuela, al día siguiente, nos comentaba: “Hay que ver la que debió de caer anoche porque mi nieto llegó con una mojadura…”. Ya te digo.

Bueno, el caso es que, dadas las horas que eran, si decidíamos acostarnos, iba a asistir al evento familiar “Rita la portera”, y no era cosa de quedar mal con la familia.

Así que, ni cortos ni perezosos, nos investimos de tradición folklórica y decidimos subir (¡andando!) al Santuario a ver la procesión que tanta capacidad de movilización popular tenía.

La cuesta se las trae, para que nos vamos a engañar. Además, cuando uno, acostumbrado al llano, ha pasado la noche en vigilia, devorando paquetes de Ducados y con alguna “copita” en la chepa, la cosa se convierte, sea uno ateo o no, en un verdadero calvario.

Todo el trayecto me lo pasé buscando el famoso maizal, citado en la canción de la que antes hablé, el cual riegan con sus lágrimas las “neñas” tempranas. Vi muchas “neñas tempranas”, y otras menos “madrugadoras”, pero no creo que ninguna estuviera en condiciones de llorar nada, con maizal o sin maizal.

También vi corderos, pero maldita la gana que tenía de llevar ninguno al hombro. Además mi “mocedad” no era precisamente lo que me caracterizaba.

Por fin arribamos, yo al menos, ausente de resuello, a las inmediaciones de la pequeña Ermita y nos dispusimos a esperar la “procesión”.

Tengo que aclarar que, aunque uno es ateo, sin embargo tiene sumo respeto por las creencias ajenas y por sus tradiciones, que no dejan de enriquecer nuestra cultura.

Pero, aquel día, en mis circunstancias. Tienen que ser condescendientes:

Un servidor, entonces menos conocedor de la identidad Astur, cuando oía la palabra procesión evocaba, viniendo de donde vengo, grandes tronos portados por costaleros, con banda de música uniformada, imágenes de tamaño natural y un largo itinerario para disfrute de los fieles.

En fin, comenzaron a sonar las gaitas e inició su paso la comitiva procesional. A los pocos segundos adiviné las imágenes avanzando hasta donde estábamos. En ese momento se me descolgó la mandíbula.

Cuando los ilustres colegidados pasaban a nuestra altura, me volví hacia mujer, la cual se despatarraba de risa por lo “bajini”, y en un tono mezcla de resignación y fatalismo le espeté:

“No me jodas que llevo toda la noche sin dormir, subiendo “a pata “un puerto de primera categoría, para ver a “David el gnomo” y a su primo dar una vuelta a una iglesia.”

Porque, efectivamente, amigos míos, la procesión consistía en dar una vuelta completa a la ermita, la cual, como tal, no era la Catedral de Burgos precisamente. Y las imágenes eran, con todos los respetos, y sin obviar el valor artístico y arqueológico de las mismas,… eran tamaño “Geyper Man”

Algunas de las personas que me rodeaban sonrieron, comprendiendo por mi acento, el desconocimiento que tenía del tema. Otras no sonrieron tanto pero, en fin, fue una frase seguramente desafortunada pero inevitable en ese momento.

Bueno, ya sólo nos quedaba el trámite de la comida.

“Pitu de Caleya” había preparado la pariente. Para el no Asturparlante se denomina así al pollo de corral que se cría con cereales, sin piensos compuestos, corriendo libre por los caminos o “caleyas”.

No sé si sería la calidad de la cocinera, o las características físicas del ejemplar (en vez de muslos tenía jamones), el caso es que, una vez que introducías en la boca un pedazo de carne, comprendías inexorablemente que aquel animal no había recorrido caleyas. Este prodigioso animal que "degustábamos", había subido el "Angliru", había hecho el “Tour de Francia” varias veces a pie, así como varios cursos avanzados de “body building”.

Pero había que aguantar el “martirio” aferrado al banco, como un “paisano”.

La fiesta, por mucho que la padezcas, es la fiesta, “mientras se escuche una gaita o halla sidra en el lagar”.

Bellotero en Asturias

7 comentarios :

diana la cazadora dijo...

Hay que ver como somos los Asturianos!!
Me hubiese gustado estar allí y verte la cara de lelo que se te debió de quedar, nunca me había parado a pensarlo, pero realmente tienes razón, es una procesión un poco ridícula.
El pitu de Caleya, vamos dejalo, eso pa mi ye un manjar.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Lo del pitu no tenía la culpa el animal. Lo he probado otras veces y está rico, pero, tal y como me encontraba y aquel bicho tan fibroso, pues imagínate.

Anónimo dijo...

Dos breves comentarios:
1.- Seguramente el martirio de Cosme y Damián se debiera a sus ideas religiosas. Puede ser. Pero yo no descarto la posibilidad de que tuviera algo que ver con la mala praxis profesional, que lo de los errores médicos viene de muy atrás y en aquella época las querellas se dirimían de forma más contundente.
2.- Si realmente fueron martirizados por su fe démosles la importancia que realmente se merecen. ¿Por qué una fiesta compartida? Un festivo para San Cosme y otro para San Damián. Eso sí, con la suficiente distancia temporal entre ellas para poder recobrar el resuello tras las ascensiones y libaciones correspondientes.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Estimado Serther, ya lo decía el genial Quevedo.-
Romance Satírico
de Francisco de Quevedo


"Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo
las grandezas y el valor.

Él es un Médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio y el bolsón.

Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.

En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
«Dios perdone al que murió».

Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.

Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.

De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.

Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.

Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».

No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.

De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.

Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.

No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.

Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.

Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.

Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.

No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.

Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.

Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor".

En cuanto al segundo comentario, querido amigo, ¿Tú crees que habrá hueco en el calendario festivo del concejo?.
Además, si ambos doctores juntos abultan poco, imagínate una procesión con uno solo.

Anónimo dijo...

Citando a Quevedo eleváis la conversación de tal modo que es necesario recurrir a la ayuda de otro brazo más diestro en el manejo del acero.
En mi caso el espadachín es D. Pero Mexía, autor sevillano del siglo XVI, que en su obra Coloquios y diálogos realizaba las siguientes aseveraciones sobre los romanos y la medicina, haciéndome reflexionar sobre las causas del comentado martirio.

“Seiscientos años se defendieron los romanos de los médicos, que nunca los hubo en Roma ni los admitieron y nunca tan sanos vivieron ni tanto como en aquel tiempo. Verdad es que, siendo cónsules L. Emilio y Marco Livio en el año 535 de la fundación, no se por quien persuadidos admitieron a un médico griego peloponense, llamado Archagato y le dieron casa y salario público y, como cosa nueva, agradó en sus principios; pero después que experimentaron sus sangrías y sus cauterios y extrañas maneras de curar, fue desterrado él y otros que ya habían venido; y esto por autoridad y consejo del grande Catón el Censorino, el cual vivió 85 años, porque veáis la falta que le hizo el Archagato y los demás".

“Después de Catón, andando el tiempo, con la codicia y ambición y con otros vicios entraron los médicos en Roma, pues de creer es que antes de esto en tan largo tiempo los romanos tenían sus dietas y medicina y manera de curarse; pero no la tiranizaba nadie: cada uno decía a su vecino lo que sabía y había experimentado; el amor y la caridad curaban, no la codicia y ponzoñas".

“Se también que desque comenzó a haber médicos usó a vivir poco los hombres y que los romanos antiguos vivían más sanos y más tiempo que los reyes y emperadores que dieron salarios e hicieron mercedes excesivas a médicos. Si no, dígalo Alejandro Magno, que no llegó a cuarenta años; y díganlo hoy día los viejos sanos de los montes y aldeas que nunca vieron médicos y los mozos que mueren en sus manos en las ciudades y cortes”.

Respecto al segundo punto, fechas habelas, haylas. Y si no las hubiere bien se podría transformar una pseudofestividad moderna, pagana, irreverente y de todo punto pecaminosa como la "folixa" por otra más pura y en gracia de Dios como sería la propuesta.

Aunque dicen que el tamaño no importa, pido disculpas por la extensión.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Sólo me queda descubrirme ante vos, amigo Serther, aunque este diálogo sobre los discípulos de Hipócrates no creo que agradara mucho a "ciertos clientes" matutinos de "La Taberna".

José Antonio Gil Celedonio dijo...

Enhorabuena por el blog, paisano. Y muchas gracias por considerarme referencial: Es muy agradable saber que a las personas que te leen les influyes tanto como ellas a ti.

¿Pluralidad?La que quieras: Yo tengo una opinión y mis lectores otra, y estoy dispuesto al debate, sin duda alguna.