No, no me gustan las dictaduras, prefiero la democracia y la libertad pero, ¿qué libertad?. En Cuba no hay libertad, en Perú sí, los niños son libres de ser explotados picando piedras o libres para buscarse la vida en los vertederos. En Colombia, otra gran democracia, la vida humana vale lo que una colilla y el que no te secuestren es una cuestión de azar en un país sometido a la corrupción en todos sus frentes. Y así podríamos seguir enumerando democráticos países donde hay elecciones para que nada cambie. Donde los poderosos son libres para seguir enriqueciéndose y los humildes pasan hambre con total libertad.
Tengo muchas dudas sobre todo, pero, a veces me pregunto si no será un valor supremo la justicia, en el sentido amplio de la palabra, muy por encima de la libertad individual.
En los países desarrollados es impensable otro sistema, el capitalismo entró con más o menos vaselina pero, a cambio, el poder económico reparte sus migajas, pocas para las que debieran, pero gozamos de una amplia cobertura social.
En el tercer mundo, hablar de democracia, en el sentido liberal de la palabra, es hablar de más explotación, más injusticia, más miseria para los desfavorecidos a la vez que más riqueza para los cuatro poderosos.
Cuba sigue castrada, castrada de Castro, de Castro a Castro, y no seré yo quien defienda la tiranía pero, cuando la tiranía con sanidad universal, escolarización total, etc., se compara con las intenciones americanas y de los cubanos de Miami de convertir la isla de nuevo en el Las Vegas del Caribe, pues no sé, vuelvo a tener mis dudas.
Grandes dudas, como siempre.
