Nuevas banderas
con urgencia cosidas
ondean en tierras
de espadas sin vainas,
siempre listas al degüello.
Y el César asiente
desde el trono de plomo,
expectante a la matanza,
a la fosa común
aún sin cubrir.
Ya se ven teas
encendidas de odio,
negras antorchas
antiguas,
nunca guardadas,
ávidas de incendio.
Y el mísero busca espejos
donde verse en su ambición,
mas no hay reflejo
en el humo de mortero.
No hay comentarios :
Publicar un comentario