Qué aires tendría
de no estar en la pecera
circundado de vidrios impolutos,
sin salida ni salto de agua ,
aséptico de filtrado.
Qué aires aparte
de la burbuja limosnera.
Qué mares de ola,
qué espumas blancas,
qué corales rosados
fuera de la raíz pútrida,
decorativa de barnices
que estancan el alma.
Cómo sería el vuelo,
la travesía
y el camino
sin este penar
en reincidencia cíclica,
infierno en agenda,
en horario prescrito.
Qué pieles rozaría,
tersas,
sin escamas de reproche,
qué voces en susurro
ajenas al grito,
al aviso de caída
en bache kilometrado.
Qué humedades
y sabores
ajenos al insecto,
a la tierra mordida,
tendría en otro tiempo.
Qué sería si fuese,
si fuera afuera,
si huyera del aullido,
si viviera.
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