El barro, desde el Génesis, es parte consustancial del ser humano. El hombre fue creado de barro, existen ídolos de barro, y con el barro se fabrican los ladrillos que sostienen nuestros techos. Y ahí voy yo.
El barro, amigos míos, también mancha, y mucho.
Parece ser que la cerámica del ladrillo, que mágicamente transforma pequeños pueblos en colosales urbanizaciones, no es tan sólida como parece y retorna a su estado primitivo, convirtiendo los ayuntamientos en lodazales donde acaba hozando el más pintado de los ediles.
Pero ésto, hasta el más lelo lo sabe como el catecismo, no es nuevo. El "caceo" municipal está institucionalizado desde que existen las administraciones locales y son las encargadas de calificar terrenos y dar licencias para la construcción.
"Si, como buen representante de la voluntad del concejo, a cambio de una licencia que dará bienestar y crecimiento a la localidad, consigo unas gratificantes comisiones, las cuales servirán para financiar otros gastos municipales, o bien el partido político al que me debo, o bien el chalecito que puedo montar en la finca rústica que heredé, (una vez la recalifique y venda a buen precio lo que me sobra claro), todos contentos y ¡Viva el Progreso!."
Y aquí, queridos usuarios, no hay derechas ni izquierdas. En algunos "pueblecitos" desaparecen los abismos ideológicos que los separan a nivel nacional y se coaligan, "por la buena gobernabilidad y correcto funcionamiento de las instituciones".
Ayer mismo me enteré por la "caja tonta" que un ayuntamiento de la Comunidad de Madrid se ha convertido en un pintoresco "negocio familiar": El padre, el mayor constructor de la zona, el hijo concejal de urbanismo y, la mujer de éste se encarga de hacer los proyectos que su suegro llevará a cabo. Todo legal, según parece.
La Justicia se despereza y comienza a actuar ante lo obvio. Y ésto convulsiona los "pilares de la Tierra" en todos los partidos políticos, digan lo que digan.
El que esté libre de culpa que tire el primer "ladrillo".
Entre los dos partidos principales se desencadena ahora una irrisoria competición a ver cual tiene más corruptos. Para una cosa que tienen en común.
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