Heredero de Sabino,
aquél imbécil que se sacó de la manga el nazismo vizcaíno,
tu hijoputez no tiene límites.
Has mamado el odio y no hay jabón que limpie la sangre
de los entresijos de tu conciencia de txalaparta.
Te autoinvistes de demócrata y pacifista
llamando conflicto a la sangre derramada en nombre de una infamia.
Ojalá todo acabe bien y dejáis en paz a la gente decente.
Ojalá salga a buen puerto el tan traído y llevado proceso, pero,
acuérdate, alimaña:
ni perdón ni olvido,
ni para tí, ni para los tuyos.
Todos sabemos que de toda mala enfermedad
siempre quedan desagradables secuelas.
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