LA TABERNA DE LA TROLA II

MANOLÍN O LA RAÍZ.-
La segunda entrega de esta serie quiero dedicarla a uno de los más significativos especímenes que pueblan el pequeño ecosistema tabernario.
En este caso no es la trola lo que más característico de este pequeño tronco de pino gallego, aunque también esté sobradamente dotado de imaginación, no sé si de natural o por contagio.
Cuando Manolín se "planta" en el garito lo hace de forma literal, es decir, arraiga profundamente y no lo mueve del "tiesto" el más feroz temporal. La nutrición se le debió ir toda a la raíz, ya que de "planta" es más bien achaparrado.
Tiene el récord de permanencia en unas veinticinco horas por lo que yo conozco, ejerciendo en tales ocasiones de testigo en los relevos entre mesonera y mesonero.
Éste último suele resentirse de las "guardias" pues a la vez que va regando al "bonsai" con cubalibres de menta, él se abona solidariamente con destilados de cereales escoceses, los cuales acaban depositados, por lo general, en sus extremidades inferiores derivando en ácido úrico, también conocido como "gota", enfermedad de emperadores.
Como a toda planta de interior, a Manolín le hace falta algo de luz, por lo que su ubicación favorita se halla frente a las coloreadas lámparas, intermitentes y musicales, de la "tragaperras", la cual alimenta con generosidad, indiferentemente de si ésta vomita el sobrante o no.
Muchas veces, el negocio se ve obligado a diversificar su actividad comercial y tiene que ejercer de financiera para no interrumpir la intensa actividad recreativa.
Aunque resulte de todo punto increíble para el lector, cuanto más bebe Manuel, menos se emborracha.
Suele llegar, cuando lo hace de mañana, a la hora de apertura, alrededor de las seis, tras una noche de juerga por otros "sagrarios" de esta ciudad, tan prolífica en peregrinos de este tipo de ermitas.
Entra "cocido" como una berza y su primera intención, lo cual parece muy lógico, es desayunar.
Sus desayunos no suelen ser al uso, pues, si coge a la tabernera de buen talante, se mete entre pecho y espalda una copiosa ración de manos de cerdo guisadas en su salsa, con su "dietética" gelatina y todo.
Una vez listo, se enfrenta al artefacto devora euros y comienza la batalla.
Durante la mañana puede beber algún agua, una que otra caña si hace algo de bochorno, y vino tinto hasta la hora de la comida, tras la cual está nuevamente fresco como una lechuga y con cuerpo de jota.
Mientras atardece se "ajereza" en abundancia hasta que cambia a la bebida nocturna: el peppermint con cola, que debe ser tan estimulante que lo resucita suficientemente como para aguantar hasta el mediodía siguiente en que repliega sus nudosas raíces entrañables y toma camino hacia la merecida hibernación doméstica.
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3 comentarios :

Anónimo dijo...

Qué bueno!!!!!Anda que....a este paso no dejarás titere con cabeza.Continua, se ve que tu destreza poetica mejora con la experiencia del inevitable paso de los años.

diana la cazadora dijo...

Oye! a que paramos en la misma taberna?
Hay un individuo igualito y clavaito a este, o será que hay más de la misma especie?
y por desgracia abundan más de lo que quisieramos.

yo

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Querid@ "yo": Es evidente que paramos en la misma taberna, entre otras cosas porque Manolín solo hay uno. Por otra parte este blog de momento es "prensa local". Pero muy muy local.