BRIGADA RURAL.- Síndrome.

Hallábase Ramírez, el benemérito Cabo, bien avanzada la tarde, recolectando en su mente versos para verter en aquel papel. No era día de musas, pensaba cuando entró precipitadamente en su despacho su imprescindible Guardia Antúnez. - Mi Cabo, ¿tiene un momento?. - Claro hombre, claro, cuénteme qué le agita de ese modo. - El Venancio, que se ha puesto ciego, no se de qué, y se ha atrincherao en la tasca de Zósimo tras descalabrar a un par de madrileños que venían de turismo de ese rústico que dicen. - Bien, y ¿no han podido reducirlo? - Pues va a ser que no, Cabo, que el Venancio mide casi dos metros, pesa ciento cincuenta kilos y que anda como mu excitao... que no ha habido huevos para qué le voy a engañar. - Bien... ¿está solo en el bar? - Si, claro, escapó toda la parroquia en cuanto empezó a repartir. - Pues despejen la zona y esperen, sin que se les vea, a que se vaya tranquilamente a su casa y se le pase la moña o lo que sea. - Pero no podemos consentir eso. - ¿El qué, no podemos consentir?. - Pues que vamos a ser la "risión" en toda la zona. - Puede llamarlo "risión" si quiere, yo lo llamo "Efecto Roquetas". Buenas tardes, Antúnez.

2 comentarios :

yraya dijo...

Pues que dure "El efecto Roquetas", en todo momento, que eso mismo era lo que tenían que haber hecho.

Saludos

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Los responsables pagarán sus culpas pero, seguramente las pagarán con intereses gracias a eso que se llama "alarma social" o juicio "ejemplarizante".
Mientras Otegui se descojona y los Fiscales se retractan.
Es posible que lo que deba hacerse es cerrar los Cuartelillos y las Comisarías y que la gente se detenga a sí misma, si le viene bien, claro, y no le incomoda.