La vuelta a Madrid, aunque no por turismo, tuvo breves pinceladas de nostalgia y del sabor del foro de siempre. Una ciudad enorme, con la zona de la M-30 como si hubieran bombardeado y los coches circulando entre trincheras. La cuatro torres alzándose desafiando al cielo, y a algunos aviones malintencionados, multitudes peatonales y multitud de vehículos resignadamente atascados. A pesar de la urbe deshumanizada, el trato de pueblo de sus gentes, sus menús del día con sabor a olla y la amabilidad imprescindible para sobrevivir en la jungla de hormigón.
Junto a los centros financieros el chascarrillo del barrio, la taberna de siempre y el casticismo universal.
A veces, Madrid, te echo de menos.
Ahí dejo unas imágenes de parte de la cotidianeidad de aquellos días.-
1 comentario :
Me gusta la foto en la que se ven las torres y delante las casas bajas. Muy buena.
Madrid es un monstruo. Devora todo lo que encuentra a su paso.
Los que no viven aquí, tienen suerte.
Yo desearía vivir en algún pueblo tranquilo, dónde por las noches se vieran las estrellas. Eso sí lo echo de menos.
En Madrid te terminas perdiendo.
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