DAR LA SANGRE

Corría la mañana de éste sábado cuando, por qué no decirlo, por motivos profesionales, me ví en el trance de poner terno y encorbatarme, lo cual no es muy usual en mi persona, para asistir a un acto organizado por la Federación de Donantes de Sangre del Principado de Asturias. Les aseguro que parecía de mejor familia. A Asturias, "verde de montes y negra de minerales" como dijo otro "hombre del sur", habría que añadirle otro color en tan bella descripción, el color rojo. Sí, rojo por ser tierra de tradición revolucionaria e izquierdosa. Feudo "sociata", salvo en Oviedo, claro, que Vetusta es Vetusta, y digo feudo pues una permanencia alargada en el poder suele hacer aflorar algunas actitudes feudalistas y caciquiles por muy progresista que se etiquete uno. Pero rojo no solo en el sentido político de la palabra, aunque el "rojismo" actual está bastante descafeinado e impera el liberalismo, le preceda o no la palabra "social", pues vivimos en el mundo que vivimos y a Marx, por desgracia, se lo llevaron en un contenedor el día que recogieron los escombros del muro de Berlín. No, si al final me perderé de tanto meterme en jardines. Asturias también es roja de sangre. Sangre abundantemente derramada por lo que se recuerda y lo que se desentierra, pero sangre actualmente aprovechada y entregada a los demás, pues el Principado va a la cabeza en lo que a donaciones se refiere, con un modelo exportable a otras Comunidades Autónomas, mucho menos concienciadas con la imperiosa necesidad del flujo vital. Según allí se dijo por el Director Técnico de dicho Centro, Dr. Francisco Menéndez-Tevar, toda una eminencia en el tema de la hematología y el cultivo de tejidos, y sin pelos en la lengua, en el resto de Comunidades Autónomas tienen prácticamente olvidadas a las Asociaciones y Hermandades pues ese modelo asociativo fue creado por un ministro del Franquismo, Licinio de La Fuente, tecnócrata del régimen y claro, aquí somos muy dados a dar borrón y cuenta nueva aunque nos llevemos por delante lo eficaz y aprovechable. El Doctor Menéndez Tévar provocó cierta polémica el pasado año cuando aseguró que la congelación del cordón umbilical de la infantita Leonor no le iba a servir a ella para nada pues, según lo manifestado por él en el acto al que yo asistí, si la pequeña sufría una leucemia, que ojalá no, las células madres del propio cordón serían desechables por portar la enfermedad en orígen. Ésto le costó una demanda de una empresa americana de almacenamiento de cordoncitos y tuvo que sentarse en un banquillo, el caso es cuantos intentos hago por enlazar la noticia publicada, alguna dificultad "técnica" me lo imposibilita. El puntero Centro Comunitario de Sangre y Tejidos es un modelo de eficacia sanitaria y un referente en todo el mundo independientemente del color de la administración de turno, lo cual demuestra que no todo se debe politizar. Dicho Centro, en completa coordinación con la Federación de Asociaciones de Donantes, amplia y estructuradísima red de concienciación de la población, hacen que siempre haya que hacer cola para soltar medio litro del preciado líquido. La sangre y sus componentes son necesarios, no solo a la hora de "reparar una fuga", sino que de sus derivados se obtienen productos para todo tipo de dolencias y enfermedades y, por mucho que la ingeniería genética avance, hasta la fecha no se ha conseguido manufacturar un "chupito" del escaso líquido. Y yo me pregunto, siempre me estoy preguntando, por qué la donación de sangre, algo tan fundamental y necesario para cualquier intervención sanitaria, no goza de la popularidad y propaganda de otras solidaridades como el apadrinaje, no fraudulento, claro, y el reparto de "chutas" y condones, también imprescindibles, por supuesto. La mayoría de ustedes, seguro, ha recibido sangre de otras personas anónimas, bien en una intervención quirúrgica o bien en forma de antitetánica, y seguro que muchos ignoran que sin que antes alguien no hubiera extendido el brazo para que, a través de una estocada parenteral, le extrayesen su sangre, esa mínima intervención o la elaboración de esa vacuna hubiera sido imposible de realizar. Alguien que nunca se preocupó por quién sería el o los destinatarios de los derivados hematológicos extraídos de su cuerpo. Aunque no estamos en épocas de heroícidades románticas, y a pesar de que estarán más que hartos de campañas y peticiones de voto, no me corto y les conmino a que den su sangre por una buena causa, eso sí, como mucho medio litro de cada vez que si no perdemos "la color" y se nos quedan los ojos como los de "La Lirio".

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