DOMINICAL DE ESTA SEMANA

Día de sol lamido por una brisa fresca.
Montado a lomos de yegua de metal bajé las cuestas sinuosas que me separan de mi santuario.
Hay trabajo pendiente que, más que paciente, puede esperar a mañana, lunes gris de reiterado cumplimiento.
Miro la pantalla que se me enfrenta y decido mancillarla con mis paranoias compulsivas a base de teclado hastiado de mis caricias. Puedo salir al aire más me retiene la silla que me hace de coartada de supuesta actividad.
Pienso, evoco, enmarañándose ideas y recuerdos sin saber de qué hilo debo tirar.
Es un bello día, fresco de recién hecho, y hasta Mieres tiene su encanto, para qué negarlo. Fuera deambulan borracheras tardías o resacas tempranas y gente de periódico recién horneado y barra de pan editada en rotativa. Los yonkis locales, madrugan y deambulan buscando encuentros para su hambre matinal de químicas asoladoras. Estará instalado el mercadillo dominical donde vuelan los tangas y las carteras descuidadas a manos de la pericia. Niños de lazo y piqué, mujeres de carmín y hombres de gomina y after-shave. No hay crispaciones dominicales, ni mítines ni arengas hasta el momento.
Se acerca marzo, un marzo que parece más decisivo para nada, para lo mismo o lo parecido pues la ideología es disfraz con complementos, va por marcas y logotipo. El vaso de vermut no responde a las preguntas mas las tolera, apoyándose en las aceitunas. Quizá salga, cabalgue en hierro, visite alguna parroquia donde consagren cerveza de barril, o quizá no. Quizá siga aquí elucubrando, desvariando, recreándome en el hastío de un día de trabajo sin labor, de espera de acontecimientos.
Velando armas sin esperar honores.
Bello día mas solo me trae a la mente canciones tristes, las tan necesarias para la higiene mental, tan ansiolíticas.
Disfruten o sufran a voluntad, pues hay dolores añorados, siempre moderados, que dragan impurezas y malas sangres.

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