Extrañas fiestas éstas, extrañas y ahítas de virus virulentos.
Ya en Navidad, contabilizándome entre las víctimas familiares del estrago gripal, mi desagradecido estómago vomitó la sopa política. Política por estar manufacturada por la Madre Política y no porque hubiera política hasta en la sopa, que también. Y es que las suegras tienen algo de política exterior, por aquello de la necesaria diplomacia, gozando incluso de entrega de credenciales y excepcionales llamadas a consultas. Y también algo de política interior pues hay casos en que juegan un papel fundamental en conflictos internos, ejerciendo el arbitraje en el mejor de los casos, o crispando las tensiones entre fuerzas en el peor de ellos. Yo, de momento, no tengo queja en ninguna de las dos vertientes políticas de la suegrez.
Pues bien, la Navidad llegó con gripe abdominal y el virus fue mutando a bronquial y las doce uvas pasaron con doce toses secas, tiritona y congestión y el cambio de año fue extraño, casi desapercibido aunque aún quedó un regusto leve a despedida y a bienvenida, a ese absurdo supuesto de cambio de estado como si de esa fecha dependieran todos los propósitos de enmienda y los devenires inmediatos, un regusto nostálgico de otros años más ilusorios.
Congestionado de mensajes el pobre móvil, ahíto de vibraciones y zumbidos de aviso, no pudo con tanto estrés y decidió suicidarse lanzándose al vacío desde el aparador. No murió del todo más sí le quedó una importante invalidez. La imposibilidad de transmitir mi voz a mis interlocutores no sabiendo aún si es como consecuencia de la lesión o por justa venganza por la explotación de la que fue objeto, tanto como terminal telefónico, como cámara fotográfica, como reproductor multimedia, como agenda, como transcriptor de mensajes instantáneos, así como chivo expiatorio de todos los males y excesos de la comunicación y la incomunicación, culpable de que esté uno localizable o ilocalizable según conviniera y dependiendo de la cobertura que hubiera.
Y aún quedan las visitas de los Magos, los eclipsados por el anglosajón obeso, pero con cabalgatas y más juguetes infantiles y regalos adultos, que todos queremos agasajo mas sin la ilusión de los pequeños, aún no descreídos de los mitos que les inculcamos.
Y ya estamos en el año ocho, que tiene rima grosera que espero no se corresponda con lo que nos espera sufrir en este periodo. No obstante, comenzado el año laboral, no habiéndolo hecho con demasiado buen pie, habiendo transcurrido algo más de un día, empiezo a estar del dos mil ocho hasta el mismo..., y eso que, por caprichos de la naturaleza, no lo tengo, de lo cual me congratulo pues me contento con lo que buenamente ha querido dotarme.
Esto en lo particular, que en lo general andamos listos.
El café de La Taberna ya no vale a precio de Zapatero sino que ha subido 10 céntimos. Sin hablar de la luz, el gas, etc., etc.
Se acerca inexorable el 9 de marzo con las convulsiones propias a la antesala del plebiscito.
Los obispos y las familias de toda la vida, las expertas en natalidad y ejercicios espirituales, manifestándose con conexiones "live" con el "infalible" dando caña a Z por aquello del aborto y los matrimonios homosexuales. Como si el que dos homosexuales puedan casarse suponga que el resto no pueda hacerlo a la antigua usanza o como se le antoje y que copule solo para procrear. Los homosexuales, casados o no, seguirán copulando a su manera sin interferir en las tradicionales cópulas de las familias tradicionales para nada, como nunca interfirieron, pues el hecho de poder casarse no vuelve a nadie homosexual y el aborto, de momento, sigue en los mismos términos que cuando gobernaban los amigos de la Iglesia.
Y Chávez se ha dado un batacazo con su espectáculo de liberación de rehenes en Colombia y Oliver Stone se queda de momento sin película. Y Pakistán se desangra tras el asesinato de Butho, líder de la oposición supuestamente democrática, tan democrática que ha sido sucedida por hijo y marido en la presidencia de su partido. En África se masacran un poquito más si cabe. A Hillary no le funciona lo de esposa del crápula de la becaria oral. En la China Popular, donde Josep Lluís se sigue llamando Josep Lluís, se preparan para las Olimpiadas no sabiendo si introducirán la modalidad de fusilamiento masivo como deporte de exhibición, seguramente barrerían.
Y les dejo ya que para empezar el año reconozco que he estado algo cansino.
Discúlpenme y hagan la carta a los Reyes.
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