EL DIVÁN

Mire usted, doctor, yo soy un hombre muy primario, vamos, que tengo una formación muy elemental que me hace no entender ciertas cosas que pasan y, seguramente por eso, es que estoy de los nervios y estoy ahora aquí, tumbado en este diván tan bonito y soltándole este rollo. Pero bueno, me convenció la mujer que viniera, que ya le costó lo suyo, y aquí estoy.

Hacía tiempo que venía quedándome como despistado y mi parienta, que aunque algo bruta pero muy viva, me sorprendió más de una vez mirando a la “tele”, con la boca abierta, “alelao” por completo hasta que me zarandeaba o me daba una de sus berridas: “Mariano, ¿qué te pasa, hombre?”.

Y es que, mire usted, últimamente, sobre todo a la hora de comer, cuando me pongo a ver el telediario, me ocurre algo muy extraño. Verá, empiezo a prestar atención a las noticias, que uno, aunque primario como ya dije, quiere en la medida de lo posible estar “informao”, y cuando intento concentrarme en lo que dicen los locutores y las personalidades que allí hablan es como si algo en mi cabeza comenzara a espesarse y parece como si el televisor empezara a derramarse por el comedor absorbiéndome y metiéndome dentro de la escena.

Pensará usted que estoy majara o algo así, bueno en realidad “pa” eso está usted, pero el caso es que me siento protagonista o espectador directo de lo que allí, en la “caja tonta” que le dicen, está ocurriendo. El otro día, sin ir más lejos, en el programa ese nuevo en el que le preguntaba la gente al ZP, pues que estaba yo dentro, sí, allí “sentao” al “lao” de una señora muy maciza que, por la pinta, parecía algo facha, pero mazo de buena que estaba la “jodía”. El caso es que yo quería preguntarle al Presidente por lo de Afganistán, que tengo un sobrino allí “destinao” y su madre, mi hermana la pobre, está en un sinvivir con el alma en vilo por culpa los cabrones de los talibanes esos que tan mal se las gastan, pero “na”, que no hubo forma de meter baza porque, entre el pesao del café, lo del Otegi, lo del capullo aquel que no comía y ahora sí, lo de Navarra que no sé si van a reparcelarla o qué carajo, el gafitas al que no le gustan los reyes, etc., pues que no me dejaban saltar al ruedo. Y yo me veía allí, levantando la mano y el Milá “que si quieres coles Catalina”. El caso es que mi señora se había ya acostao y, por la mañana, cuando se levantó me encontró allí, en la mesa, delante del plato de la cena, con los ojos enrojecidos mirando “pa” las ofertas de la teletienda que no sé qué hablaban de babas de caracoles u otras jilipolleces.

En otra ocasión estuve en Bagdad y no vea usted como está aquello, hecho un solar Doctor, y vaya miedo que pasé entre explosiones y tiroteos.

Cuando lo paso bien es cuando voy a los plenos del Congreso. Mejor que el fútbol, mire usted, qué animación, qué griteríos. A mí lo que me gusta es sentarme al “lao” del Ministro de Justicia. Qué cachondo es el tío, qué gracejo, qué mala hostia, como les da caña a los pesaos de los de enfrente. Y porque usted no oye lo que dice por lo “bajini”. Un genio, que se lo digo yo.

Bueno, Doctor que digo yo si usted verá si lo mío tiene cura o no… ¿Me oye doctor?, ¡Doctor!...

- ¡Mariano, otra vez!, que te has “quedao” “eclipsao” con el “Saber Vivir”… Si ya lo decía mi madre, que no me convenías, que me ibas a hacer una desgraciada…

Que de tu familia no podía salir na bueno.

1 comentario :

Elbereth y su silencio dijo...

ja, ja, ja, Brillante. Cuando escribís así, os salís.

Es lo mejor del blog ("pa" mi moesto entender, "seño", y a musha honra")