JUSTICIA RÁPIDA

No sé a que velocidad iría. Supongo que rozaría los ciento cuarenta kilómetros a la hora, de los cuales no suelo pasar, el caso es que, de repente, ví un destello que no me gustó nada. Me habían "pillao". Ya lo estaba viendo: Multa sustanciosa, puntos de carnet, etc. Sí, esta vez me había tocado de pleno. Aflojé automáticamente el pié del acelerador como si sirviera de algo, y esperé a ver a la patrulla de la Guardia Civil hacerme señas para que parara tras su vehículo a notificarme la sanción. Seguro que también me harían soplar y entonces sí que estaba jodido. Había tomado un par de vasos de vino con la comida, y en la sobremesa un chupito tras el café. Más que suficiente para crucificarme, fijo.
Andaba perdido en tales catastróficas elucubraciones cuando comenzó a ocurrir todo. La autopista se estaba moviendo. Con una especie de mecanismo similar al cambia agujas del ferrocarril, los tres carriles se fueron estrechando paulatinamente hasta quedar en uno. La moderna autopista se había transformado de repente en una especie de carril auxiliar lo suficientemente estrecho como para no dar posibilidad a cambio de sentido alguno. Fueron apareciendo, más bien brotando a los lados, señales verticales con destellos luminosos que me indicaban la velocidad a la que había que reducir, hasta embocar una especie de hangar donde, sin remedio alguno, debía entrar con el vehículo.
Una vez dentro de aquel habitáculo comencé a sentir miedo. La puerta del mismo se cerró a mis espaldas. Entonces me decidí a salir del coche a ver si encontraba a alguien que me diera algún tipo de explicación.
En seguida obtuve respuesta. Una voz metálica, con cierto tono femenino, reverberaba en aquel garaje blanco y de paredes lisas y desnudas.
-"Buenos días, señor".
- Buenos días... ¿alguien me puede decir qué c...".
- Por favor, introduzca su D.N.I. electrónico en la ranura que tiene a su izquierda.
Efectívamente, no sé como, apareció en la pared izquierda una ranura como las de cajero automático. Comencé a buscar el documento pero, mi eterno despiste, me dejé la cartera en casa.
- No lo tengo. Lo olvidé en casa-. Dije al aire, a aquella señorita o máquina o lo que fuera.
- Por favor, apoye su índice derecho en la ventanilla de cristal que tiene junto a la ranura anterior.
Así hice, apoyé el dedo y una especie de "scanner" hizo una especie de barrido sobre él.
- Gracias. Su nombre es Pedro Antúnez Benítez. Por favor, si es correcto diga sí, si no, diga no después de la señal. PIII
- Sí.
- Gracias. A continuación saldrá un impreso con los derechos que le asisten como detenido.
- ¿Como dice?. ¿Detenido?. Esto es un error... Además, ¿donde está la Policía o la Guardia Civil o alguien?...
Un zumbido repetitivo anunciaba la impresión de la citada "hojita" que comencé a leer estupefacto: "Se le acusa de robo de uso de vehículo, exceso de velocidad y conducir bajo los efectos del alcohol. Tiene derecho a no declarar si no quiere...". No podía seguir leyendo.
- Pero, ¡qué cojones!. El coche es mío. Bueno está a nombre de mi mujer pero es de los dos. Además, nadie me ha hecho la prueba de alcoholemia.
- Dicha prueba se realiza automáticamente a través de los sensores ambientales del recinto de detención preventiva. Con respecto al delito de robo obra en nuestro poder una denuncia formulada a través de Internet a nombre de Julia Pérez Álvarez por sustracción de vehículo, puede usted leerla en el impreso que se le facilita a continuación.
- Pero ella es mi... bueno, mi compañera sentimental, llevamos once años viviendo juntos. Esto es todo un error... un malentendido... la verdad es que salí de casa sin avisar... pero todo tiene su explicación...
- Rellene el formulario que se expide a continuación con las alegaciones que tenga que hacer en su defensa. Una vez cumplimentado introdúzcalo en la misma ranura. En breves minutos tendrá acceso a la Sentencia dictada por nuestro Sistema Digital de Justicia Automatizada. Si necesita cualquier cosa no tiene más que pulsar el botón rojo que tiene a la derecha.
Gracias y feliz estancia.

6 comentarios :

Unknown dijo...

La verdad es que da miedo.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Por el camino que llevamos puede llegar a ser peor.
Gran Hermano Valín.

Elbereth y su silencio dijo...

¿Y qué haremos para evitarlo? ¿Para pararlo?...

¡Ah, sí, ya sé! Nos sentaremos delante de nuestros ordenadores y escribiremos bonitas palabras, que acallen nuestra conciencia.

¿Lo de salir a la calle a protestar ya no se lleva de verdad?

En verdad, es mucho más cómodo hacer desde mi ordenador la subversión.

Lo siento Filo de Espada, es que justo ayer, en el blog de Enkadenados, me paso algo parecido.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Se aceptan sugerencias. De todas formas tengo serias dudas sobre la utilidad de salir a la calle a protestar.

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Además, querida Dama, yo me limito a opinar y fantasear. Nunca pretendí liderar ninguna subversión.

Elbereth y su silencio dijo...

Caballero, ¿realmente creeís que se pueden utilizar palabras como "fantasear" cuando se habla de temas tan serios?

La subversión, bien entendida, comienza por uno mismo. A eso me refería.